Capítulo VII: Fiesta, Estrellas y un Disfraz.

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9:30 pm, Auto de Dani.

Aun no tengo el placer de conocer a los padres de Dani, pero deben ser los más geniales del mundo, porque para regalarle un auto a su hijo de diecisiete años sólo porque sí, deben ser realmente geniales. O puede que no sepan qué hacer con tanto dinero.

-No puedo creer que tardaras tanto en llegar. –Lo miré con mi cara de enojada número cinco y él rio.

-Eres adorable. –Bufé- Y lo siento, pero necesitaba estar guapísimo para mi chico. –Y lo estaba. Traía unos jeans ajustados muy oscuros, una camisa a cuadros color azul y unas vans negras. Su cabello estaba peinado con un copete bajo y su sonrisa relucía más que nunca.

-No es que necesites arreglarte tanto. Eres fabuloso. –Basta Andrea, suenas como una aduladora.

-Tú también te ves muy linda. –Debo admitir que lo estaba. Traía unos jeans casi igual de ajustados, un crop top negro y unos tenis blancos. Mamá no estaba de acuerdo en que saliera vestida así, pero aun así lo hice. Toda una rebelde.

- Sencilla, pero preciosa, lo sé. –Ahora suenas como una ególatra.- ¿Pasarás por tu chico ahora?

-No, no. Él me espera allá. –Se le notaba realmente nervioso. Me encantaba.

-Vale.

9:45 pm, Fiesta en la terraza.

Me encantaba este lugar, de verdad era perfecto. Una terraza amplia con vista a los edificios más altos de la ciudad, cuyas luces parecían mezclarse con las estrellas del cielo debido a su altura. Justo ahora sólo podía preocuparme por admirar la vista, en lugar de unirme a la pista de baile con los chicos.

-Estrellas en rascacielos. –Murmuré- Suena bien para uno de mis escritos.

-¿Hablando sola? –Giré con desinterés y me encontré con Diego, el niño tierno de la clase.

-Algo así. –Reí.

-Yo estoy un poco aburrido. –Sonrió- Mi madre casi no me deja venir.

-¿Sobreprotectora? –Soltó una carcajada.

-Más que eso.

-Ve el lado positivo, siempre tendrás quien te cuide. –Sonreí retomando la mirada a los edificios.

-¿Qué tienen de interesantes? –Preguntó con timidez.

Realmente no sabía por qué me gustaba tanto mirar este tipo de cosas. Supongo que intento siempre verle lo grandioso a las cosas simples, a esas cosas de la vida cotidiana a las cuales no les damos demasiada importancia debido a que siempre están ahí.

-Todo. –Respondí mirándolo de nuevo. Pude notar como sus ojos verdes brillaban y sus grandes cachetes sobresalían.

-¡HERMANO, HERMANO! –Y de repente, apareció él con su patética actitud a dañar por completo el momento. Dio unas cuantas palmadas en la espalda de Diego y luego lo abrazó. - ¿Cómo estás, ternurita?

-Bien, supongo. –Respondió con una mirada de confusión. - ¿Por qué me saludas así, Alex? –Alzó una ceja.

-¡Siempre te saludo así!

Diego negó con la cabeza repetidas veces y se fue a la pista de baile.

-Lo que tienes que hacer para llamar la atención. –Reí. Él alzó una ceja.

-Eso quisieras, Solecito.

Casi dos meses sin hablar y todavía no podía superar ese apodo tan ridículo.

Sólo asíWhere stories live. Discover now