Lunes, 6:00 am. 5 años antes.
¿Había algo peor que despertar temprano? Sí, lo había; y era despertar temprano para empezar en un nuevo instituto que posiblemente sería peor que el anterior.
-Necesitas ser positiva, Andre. –Me dije mientras me miraba en el espejo- Quizás sea bueno este nuevo comienzo. –Me encantaba ese falso positivismo que se apoderaba de mí ser luego de hacer un comentario negativo. Era mi forma de mantener el equilibrio en mi cuerpo.
-Andrea, sé que eres por naturaleza el ser más impuntual del universo, pero...
-Ya lo sé, Tef. –Le interrumpí antes de que comenzara su patético sermón de siempre. "La puntualidad demuestra la educación que se te ha inculcado. ¿Quieres que piensen que no tienes una buena familia?" Y podría agregar muchas palabras más, pero prefiero reemplazarlas con blah, blah, blah, que es básicamente lo mismo.- Ya me voy. –Me miré nuevamente en el espejo.- Que linda eres. –Tomé mi mochila y me marché sin siquiera abrazarla.
-¡También te quiero, hermana!
No quiero sonar como la típica chica que "odia todo", pero realmente odio el transporte público. Eso de estar innecesariamente cerca de personas con demasiado perfume o con demasiado sudor se me hacía tan desagradable. Por eso decidí caminar, de igual forma ya iba tarde, así que, ¿qué más da?
Mi madre dice que para tener dieciséis años soy demasiado amargada; yo prefiero decir que soy intolerante a las personas idiotas. No me mal interpreten, soy muy apasionada, casi siempre estoy sonriendo.
Excepto en las mañanas. Eso déjenselo a las personas cuyos mejores amigos son libros de autoayuda con títulos tipo: "¿Cómo ser menos miserable y no morir en el intento?"
-Lamento interrumpir tu, muy obvio, profundo pensamiento, pero ¿podrías dejarme pasar? –Un chico moreno apareció tras de mí haciéndome sobresaltar. Otra característica de mí, me la paso más tiempo metida en mi cabeza que en la realidad. ¿Esquizofrénica o asocial?
-Lo siento. –Dije dedicándole una sonrisa y dándole paso. No sé en qué momento llegué al instituto, pero no le di tanta importancia y simplemente entré.
Vi como todo el alumnado se dirigía a lo que parecía ser el patio principal. Me uní a ellos con la esperanza de adivinar cuál era mi curso sin necesidad de preguntarle a nadie. Sabía que era imposible. Alcé la mirada y me encontré con el chico moreno, le sonreí.
-¿Los de décimo? –Le pregunté sintiéndome súper avergonzada.
-Es mi curso, ponte del lado derecho, con las chicas. –Respondió él, muy desinteresado.
-Gracias. –Murmuré.
Una mujer delgada de cabello muy negro y ropa sombría se hizo presente frente todo el alumnado.
-Bienvenidos a un nuevo año escolar... -Y aquí vamos, el típico discurso motivacional que al final de cuentas no sirve para nada porque cada uno de los espectadores está más preocupado por cosas totalmente ajenas a las clases, incluyéndome.
-Oye, oye, oye. –Habían tardado mucho en comenzar a molestarme por ser la nueva. Ignorar es lo mejor.- PSSSTTT. –Volteé y me conseguí con un par de ojos cafés, muy brillantes.
-¿Qué? –Dije alzando una ceja.
-¿Eres nueva?
-¿No es obvio?
-No tanto. –Sonrió.
-Lo soy. –Y me di la vuelta.
Minutos más tarde finalizó el discurso de aquella mujer. Nos indicaron a qué salón íbamos a pertenecer ese año, mientras yo pensaba en lo que quería almorzar. Ya en el salón, disfruté cómo todos se abrazaban y se decían lo mucho que se habían extrañado en las vacaciones.
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Sólo así
Teen FictionMe preguntaron cuál sería la palabra perfecta para describirme... No supe responder, pues en mi cabeza sólo hay espacio para ti.