Naruto envuelto en malos prejuicios se ve convencido de abandonar a Hinata, sin saber que en su interior su amor ha sembrado un hermoso capullo.
Su hijo.
Años después él decide volver para averiguar que fue de ella y cuando se da cuenta que tiene un...
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"Lovely - Billie Ellish & Khalid"
Si, efectivamente fue un gesto compasivo y valiente aquel de decirle a Naruto que pasará a conocer a su hijo, nuestro hijo, sin embargo no pensé en las malditas palabras con las que lo presentaría ante el pequeño Boruto.
"Hey, Bolt, aquí está tu padre moribundo", eso sería un desastre.
"¿Boruto, recuerdas cuando te hice creer que tu padre estaba muerto?¡Sorpresa!", lo traumaría de por vida.
Cuando le grite al pequeño rubio para que se bajara pensé que sería más fácil dar este paso, pero lo que jamás imagine fue que me trabaría cómo loca frente a mi hijo.
Él siempre deseo tener un padre, un hombre con el cual pudiera jugar día y noche, que acudiera a las actividades físicas, la junta de padres, entrega de diplomas, todo ese tipo de cosas que sus amigos tenían y que por mí culpa él no, por mi estúpido orgullo.
Cuando me sentía perdida llegó al rescate el susodicho, todo fue cómo en una especie de cámara lenta, se acercó lentamente mientras Boruto bajaba las escaleras del primer piso, cuando el niño de cuatro años llego al último peldaño, Naruto se colocó en cuclillas frente a él.
—Hola, Bolt—su voz fue un grito ahogado, incluso yo podía sentir el nudo en su garganta.
Nunca esperé lo que mi hijo haría a continuación.
Bajo el último pedazo de madera que le permitía estar unos centímetros más alto que su padre, lo rodeo, tomó primero el cabello del rubio mayor entre sus diminutas manos para después retorcer el propio entre los dedos, movió ambas manos a las mejillas del adulto y se sumergió en el océano.
Cuatro diamantes, era todo lo que podía distinguir en la habitación, dos pares de preciosas gemas inundadas de boro que resaltaban ese color azul tan cristalino cómo las lagrimas que ahora corrían por mi rostro. Cuatro diamantes en los que, en ese preciso instante, mi mundo comenzaba a girar, un eje que a pesar de quemarme como carbon, no me desagradaba tomar.
—¿Onde etuvite, papi?—y con esas palabras mi hijo me hizo ir al infierno de la culpa.
Todos los años odiándolo, guardando su recuerdo en el cajón del olvido fueron desechados por un hoyo negro que se colocó junto a mi corazón, liberando todo lo que él me brindo en el pasado y reclamándome el porque no me di cuenta de las cosas antes de dejarle ir. ¿Cómo fue que no note que me estaba mintiendo?¿porqué creí todo sin siquiera vacilar?
Naruto no supo que contestar, no lo juzgaba ya que a pesar de ser un encuentro anhelado no era muy planeado. Fue Toneri el que hablo imprudentemente:
—Fue a comprar ciga...
—Medicinas—el rubio se anticipó a nuestro amigo platinado, nos había salvado de una gran explicación—, estuve enfermo mucho tiempo y necesitaba medicinas muy especiales que sólo vendían en otro lugar.
