Naruto envuelto en malos prejuicios se ve convencido de abandonar a Hinata, sin saber que en su interior su amor ha sembrado un hermoso capullo.
Su hijo.
Años después él decide volver para averiguar que fue de ella y cuando se da cuenta que tiene un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Seven Nation Army - The Withe Stripes"
Unos metros más, unos cuantos metros más y juro que regreso a casa.
Lo único que busco es una forma de hacer que esté tipo de pensamientos desaparezcan de mi mente, y el correr por el bosque ayuda mucho a mi salud, después de todo tarde o temprano tengo que recuperar al figura y si me decido acudir a un gimnasio la gente pensará que hago esto por Naruto. Algo completamente estúpido de creer.
Tras diez minutos más corriendo me recargo en la corteza de un viejo árbol, apoyando mis manos sobre mis muslos y contengo la respiración para después soltarla de una sola exhalada, definitivamente no hacer deportes en tantos años ha dañado mi ya mal acostumbrada condición. Aunque esto no estaría pasando de no ser por mi padre y su inocencia, o por mis malditas mentiras. Sigo sin creer que le haya inventado aquello sólo para que aceptará que Boruto viera a su creador, sin duda alguna no era algo justo e incluso recordarlo me estremece.
Un sólo día había pasado desde que cerré un acuerdo con Naruto, un tratado donde el beneficiado sería nuestro hijo. Estaba consciente que el tiempo en el que Boruto se había perdido del privilegio de un padre era demasiado, por ello habíamos decidido que podría pasar tiempo con el todos los días, incluyendo fines de semana.
Conforme las horas iban pasando me daba cuenta que aquello era lo mejor para mi pequeña cría, muchas veces noté la falta que le hacía padre, siempre tratando de llamar "papá" a Toneri o incluso a Kiba.
Por eso estaba apunto de enfrentar la parte más difícil del fin de semana, de todo ese drama que se hubiese evitado si tan sólo mi boca no se abriera como globo desinflado, me encontraba en la cabeza de la mesa, con la vista justo en la puerta, esperando que mi padre entrará por ahí y preguntara por su nieto.
Cuan se enteró que estaba embarazada enloqueció, se puso tan furioso que saco mis cosas por la ventana, alegando el haberme dado todo y aun así resultar un falla. En aquellos momentos no tuve cara para negarlo, la verdad es que nunca me falto nada a pesar de ser de una familia de clase media, él jamas volvió a casarse cuando mamá falleció y tampoco mostró desconfianza en mí.
—Todo estará bien—la mano de Toneri sostenía la mía, dándome apoyo con ese apretón—, si decide correrte nuevamente apuesto que Naruto tiene cochera.
Me hizo reír dado que cuando Hiashi me saco de su casa por primera vez me alojé en el garaje de los Inuzuka cerca de un mes, tenían una especie de cuarto para huéspedes improvisado y ni Kiba, ni su madre dudaron en arroparme ahí.
Escuche el estacionar del auto, los faros iluminaban las ventanas y mi manzana de Adán se trasladaba de arriba a abajo, medio minuto después entró mi padre con una maleta en manos y sacudiendo la nieve de su ropa con la otra.
Dejo sus cosas en el armario y colgó su arma, me relaje con aquello. No es que me fuera a disparar, pero vas vale prevenir que lamentar.
—Si no fueras marica creería que embarazaste a mi hija—lanzó una mirada a la unión de nuestras manos provocando mi sonrojo—, ¿que les pasa?