Naruto envuelto en malos prejuicios se ve convencido de abandonar a Hinata, sin saber que en su interior su amor ha sembrado un hermoso capullo.
Su hijo.
Años después él decide volver para averiguar que fue de ella y cuando se da cuenta que tiene un...
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"Midnight Train - Sam Smith"
Cristalina, contaminada y lenta baja la gota de lluvia por la ventana del avión que está despegando desde Virgina.
Me he dado por vencida en afrontar los problemas y estoy reposando mi cabeza en el asiento 30A de la aerolínea American, me encamino rumbo a Washington DC, corriendo de lo que pueda decirme Naruto sin importarme que sea duro o indulgente. No quiero escuchar lo que su boca tenga que emanar, sólo deseo alejarme de él y permitirme ser egoísta por primera vez desde hace mucho.
Me concentro en la vista de mi ventana en cuanto mi transporte se establece, los movimientos bruscos han terminado y la aeromoza ha tomado su posición junto a los pasajeros, preguntando si desean algo para pasar mejor su viaje. A penas puedo notar las luces de la ciudad que estoy dejando, el vuelo es algo largo y caro, pellizcar los ahorros almacenados en los últimos cinco años no presento ningún problema puesto que el recién llegado pariente de Boruto se han empeñado en hacerse cargo de sus gastos por un tiempo.
Naruto, ¿para entonces se habrá dado cuenta que huí de la ciudad como una chiquilla?
No es que que haya huido de la ciudad con maletas y niño, mi hijo se quedo a cargo de su abuelo, tampoco es que esté abandonando a Boruto. Simplemente necesito un poco de espacio para nuevamente aceptar que maté a mi porpia hija, por eso estoy viajando por este fin de semana a la casa de mi primo Neji y su esposa Tenten.
Saco mi teléfono celular para asegurarme que esté en modo avión, lo está y me tranquiliza el fondo de pantalla que alumbra mi cara enrojecida por las lagrimas, un pequeño Boruto colgado de la espalda de su padre. Quiero perderme en esa felicidad pero la imagen de una bebé rubia colgada frente a ellos me taladra la cabeza, haciéndome sentir culpable por lo que sucedió años atrás.
—No te preocupes, papá—intenté tranquilizarlo antes de que saliera a patrullar las calles de Buena Vista—. Los bebés y yo estaremos bien, todavía falta un mes para que estos torbellinos nos aloquen la vida.
La muerte de su compañero fue un lamento y un alivio para nosotros; él lo extrañaba demasiado y la carga de trabajó le había inundado, pero las horas extra que trabajaba también eran muy bien pagadas por el gobierno. Si seguía trabajando de esa manera pronto tendríamos el dinero suficiente para pagar la linea telefónica y liquidar el parto en el hospital.
—Lo sé, Hin—sus manos acariciaron mi voluptuoso vientre y este comenzó a estallar en pataditas—, pero la ausencia de los Trainor me inquieta un poco.
Nuestros únicos vecinos habían partido a visitar a su familia en Seattle para pasar las fechas festivas en su compañía, el plan de contingencia que mi padre había hecho en caso de un parto adelantado se veía estropeado con la falta de los miembros que me asistirían en ello.
—Tus nietos o nietas te van a esperar, todo saldrá bien.
No dijo nada más, me besó la frente y salió por la puerta rumbo a su patrulla, tenía una larga noche y varios delincuentes que detener.
