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Cuando George dejó de hablar y le permitió a él hacerlo le contó que su jefe lo había invitado para dibujarlos a ellos, Tyler le explicó que el señor Dun quería capturar la esencia del amor y como él era su modelo obviamente tenía que dibujarla a él, pero George se negó rotundamente, diciendo egoístamente, que su trabajo era mucho más importante que una tonta pintura. Aquello la ofendió pero se quedó callado, porque Tyler sabía que cada quien tenía su propia percepción de ver las cosas, que la vida era subjetiva y que si a su novio no le gustaba tanto el arte no era la gran cosa.

Así que al siguiente día llegó a la oficina del señor Dun sin nadie al lado y sus paraguas en la mano, Joshua le sonrió ampliamente, con esa misma sonrisa que le había dado el día anterior después que le había dicho que tenía novio y luego lo había invitado a venir con él para crear el amor en el arte.

—Me imagino que tu pareja ha ido al baño antes de entrar, ¿no?— dijo, con cierto tono burlón que Tyler identificó de inmediato pero decidió ignorarlo.

—No... Él tenía algo importante que hacer en su trabajo.

—Interesante. Por favor ¿podrías ponerte la ropa que está sobre ese taburete y luego sentarte sobre el?— pidió, y Tyler vio como sacaba pinturas de óleo y varios pinceles.

Sus entrañas revolotearon encantadas y fue rápidamente a dejar sus cosas en una esquina y tomar lo que se podría llamar ropa del taburete. Tyler observó las prendas, era básicamente un traje de baño beige enterizo, de esos con tela realmente suave y que se ajustan a tu piel, conjunto a una prenda parecida a una bufanda, del mismo color beige y transparente que lograba hacer un buen combinado con su piel morena.

—Uhm, señor Dun ¿dónde puedo vestirme?

—Aquí mismo— respondió y se giró hacia él luego de haber colocado el caballete y poner el lienzo, le dedicó una sonrisa fugaz que le enviaron una corriente a la columna. —Descuida, prometo cerrar los ojos.

Tyler respiró hondo y vio como el señor Dun colocaba sus manos sobre sus ojos y le daba la espalda, decidió confiar y rápidamente se quitó lo que tenía puesto, incluyendo su ropa interior, dejando todo dentro de su bolso. Tomó la bufanda y se cubrió con ella lo suficiente a pesar de que esta tela era transparente.

—Ya— balbuceó y el señor Dun se giró.

Tyler sintió la mirada recorrerle cada punto, y lo dejó hacerlo poniéndose la excusa de que él debía observar la simetría de su cuerpo, las medidas imaginarias y todo lo que él quisiera. Después de todo su trabajo era modelar.

—Bien— se aclaró la garganta. —Ahora quiero que te sientes en el taburete y mires hacia donde mi.

Tyler lo obedeció, y se esforzó por tomar una pose derecha que lo complaciera a simple vista. El señor Dun la miró un poco más, el castaño quiso saber qué tanto pensaba pero por supuesto que no podría, así que se conformó fácilmente. El señor Dun agarró el pincel y desde su ubicación lo midió pero al parecer no quedó satisfecho.

—Tu rostro. Te noto apagado ¿Sucede algo? ¿Algún problema con la ropa o el ambiente?

Tyler sonrió suavemente y negó.

—No señor, todo es excelente.

El señor Dun caminó hacia él, quedando delante, Tyler casi a la misma altura de su nariz gracias al taburete. La miró, frunció brevemente el cejo, se relamió los labios y luego sonrió.

—Ya sé qué pasa—chasqueó la lengua. —Necesito tus emociones a flor de piel, necesito que para la perfección que me muestres tus sentimientos... así que voy a besarte, Godiva.

Tyler no logró reaccionar lo suficientemente temprano, porque su mentón estaba siendo agarrado con dominancia y sus labios estaban siendo devorados, literalmente. Se dejó perder, dejó que sus propias emociones salieran a flote como él había querido y había seguido el beso con la misma pasión que Joshua estaba empleando en él.

Y entonces, cuando sentía que le faltaba el aire y que se iba a desmayar por el manojo de nervios y sentimientos encontrados; él se alejó, satisfecho de Tyler, aunque sabiendo que ahora que había probado nunca iba a poder saciarse.

Y aunque el castaño no lo sabía, con ese beso, en su estudio de arte a punto de pintarlo, Joshua Dun acababa de proclamarlo como suyo y de nadie más. 









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L'art du cielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora