Y qué poco te cuesta decir con palabras nocivas que no quieres saber nada de mí. Que si con ilusión te compro un regalo para tu día me lo tirarás a la cara. Que poco te cuesta ser dañina y soltar por la boca el desastre de mujer que soy, aunque sea verdad. Y cuando lo dices, nunca mientes, porque cuando dices cosas sin meditarlas, es cuando realmente dices la verdad, tú verdad.
Pero lo que duele, es que te puedo decir una y mil veces que estoy mal y tú ego siempre dirá que estás peor. Creará mil enfermedades imaginarias con tal de tener la razón y quitarte las culpas encima para no sentirte mal. Porque sabes que llevo razón pero no lo quieres reconocer. Sabes que no estoy bien, pero tu corazón de roca gruesa te impide vivir en la misma sintonía que yo.