"Cuando leas esto ya estaré muerto, así que no te molestes en llorar... No quiero que lo hagas. Si has recibido este correo significa que me importas. Bueno, me has importado, porque ya no existo. Te preguntarás, ¿Cuál es tu motivo, Ben? ¿Por qué no quieres vivir?
He perdido la esperanza. Amo de manera diferente al resto.
No me digas que estamos en el siglo 21, que la homofobia no es un problema porque todo el mundo es tolerante... ¿En serio lo crees?
¿Acaso sigue sin existir la segregación racial? ¿Se han acabado los tiroteos contra personas inocentes que solo son diferentes al resto?
..."
Chelsea dejó caer el papel al suelo, incrédula y empezó a correr. Bajó las escaleras de su casa y abrió la puerta. Siguió corriendo por el vecindario hasta la casa de Ben.
Una vez llegó se colocó frente a su puerta.
— ¡Bennet! ¡Ben! ¡Abre la puta puerta! —espetó golpeándola con su puño, sin pensar en otra cosa que no fuera entrar a esa maldita casa.
La chica de pelo blanquecino estaba llorando, pero no le importaba. Estaba descalza, pero no le importaba. Le estaba dando un ataque de ansiedad, pero tampoco le importaba. Solo temía que su mejor amigo hubiese hecho lo impensable.
Al no recibir respuesta corrió hasta el jardín de la casa de los Jewell y escaló como pudo, con una fuerza que no tenía hasta el cuarto de la hermana de Ben. Ella siempre dejaba la ventana abierta. Cayó de cabeza en el suelo de parqué blanquecino y trató de escuchar algo que le indicase señales de vida.
Pudo distinguir que en el cuarto de baño había un grifo de agua abierto y una respiración tan agitada como la suya. Abrió la puerta y vio a Ben con una pistola en la mano, apuntando su sien con ella y mirándose al espejo. Tenía los ojos ensangrentados, estaba sudando y tenía algunos trazos de sangre en sus brazos.
Apagó el grifo y caminó dos pasos hacia él, temblorosa.
— Ben... No hagas... No hagas eso, por favor —susurró Chelsea, tan rota como él.
— No soy un cobarde, Chelsea. ¡No soy un puto cobarde! —gritó apretándose más el arma en su cabeza.
Pudo ver una nota en el lavabo. "Acaba ya con esto, cobarde".
— ¿Quién te ha hecho esto? —preguntó Chelsea tirando la nota lejos, cayendo la misma en la bañera.
— ¡Vete! ¡Déjame en paz!
Chelsea negó con la cabeza y tragándose sus lágrimas caminó hacia él y puso la cabeza en su hombro.
— ¿Te quieres ir? Vale. Me iré contigo porque no pienso vivir en un mundo en el que no estés tú —pegó su sien a la de Ben y cerró los ojos.
Bennet sintió un escalofrío que pudo percibir Chelsea. Su mano temblaba a un más y su pulgar se encontraba en el seguro, dispuesto a quitarlo y acabar con todo, pero entonces miró a su mejor amiga. Dispuesta a morir con él, dispuesta a dejarlo todo por él... No fue capáz de hacerlo.
Dejó la pistola en el lavabo y comenzó a llorar.
— Por favor... —susurró negando con la cabeza. — Me odio Chels... Me odio muchísimo —espetó escondiendo la cabeza en el cuello de su mejor amiga.
Chelsea tuvo que dejar de llorar. Aquel no era su momento, era el de Ben, y ella tenía que ser por una vez la fuerte de los dos. Lo abrazó contra su cuerpo y ambos empezaron a caer al suelo donde quedaron sentados, completamente pegados y respirando aceleradamente mientras Ben lloraba y Chelsea se dedicaba a acariciar su espalda, para tratar de relajarlo. Ella siempre pensó que sería ella y no Ben quien acabase en una situación límite, pero se equivocó.
— Siento no haberme dado cuenta antes. Siento haber dejado que llegases a esto... Lo siento, Ben.
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Nothing To Prove. -LGTB-
Ficção AdolescenteNunca es tarde para intentar ser feliz. "La historia de superación y de amistad que siempre quisiste leer cuando estabas en el instituto. Un apasionante viaje de descubrimiento y aceptación de unos jóvenes que van más allá de la sociedad y tienen el...