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- Preparado, listo, ¡Ya!

Sonó el silbato.

¿En verdad estaba retándolo?

Viendo al menor comenzar el circuito, la competitividad de Hoseok despertó. Sus ojos analizaron cada rincón del recorrido, memorizado esquina tras esquina.

Sin embargo, y aunque quiso posar su entera atención en ello, se le presentaron ligeros inconvenientes...

Mierda, ¿qué te pasa?

Kim Taehyung, eso le pasaba.

Míralo.

Y así lo hizo.

El menor se encontraba saltando sin mucho esfuerzo de prueba en prueba, completamente inconsciente de la polera blanca que se levantaba una y otra vez. Esa piel bronceada suya se dejaba ver cada cinco segundos, de una forma tan sutil que frustraba al alfa cada vez más. Aún peor cuando en un momento reconoció que, efectivamente, el menor tenía el abdomen ligeramente marcado.

¿Cuándo paso esto?

Que él recordara, hace no más de un año, Kim Taehyung no pasaba de ser un beta estudioso y para nada relevante.

¿Cuándo mierda pasó esto?

- Te gusta lo que ves - una burlona voz lo devolvió a la realidad.

- Calla, YoonGi - gruñó queriendo golpear a su mejor amigo.

- ¿Qué? - reprochó elevando ambas manos - Tienes que admitir que durante estos últimos años que no lo has molestado, el rarito ha aprovechado para ponerse bueno - subió los hombros restándole importancia.

- Mierda, lo sé - bufó - No creas que no me di cuenta - le dirigió una furiosa mirada.

YoonGi no hizo más que reír y remover juguetonamente su grisácea cabellera. Volteó sin muchas ganas de seguir molestándolo, sabía que Hoseok podía seguir atormentándose solo.

Con pasos que destilaban aburrimiento, se dirigió hacia las bancas. Tras pocas pisadas, comenzó a sentir unos tímidos ojos posados en él. Sonrió sin elevar la mirada. Sabía muy de quién se trataba. Siguió caminando lentamente hasta quedar cerca y elevar la mirada de golpe.

No sabes disimular.

El pequeño apartó la vista asustado escondiéndose entre la gente.

El alfa rió.

No eres tan cobarde.

Aquellos orbes volvían a posarse en él con cierto temor.

Lo que sorprendió a YoonGi.

Cualquiera que hubiera sido víctima suya, jamás se atrevía a dirigirle ni la mirada.

Sin embargo él estaba ahí, escondido y con miedo, pero al fin y al cabo encarándolo. Observó cómo sus labios se entreabrían queriendo decirle algo y su pequeño cuerpo intentaba avanzar hacia él.

Frunció el ceño.

Había algo en el pequeño de cabellos rubios que le molestaba de una manera indescriptible. Lo incomodaba. Cada que lo veía sentía tantas ganas de rogarle que nunca se parara frente suyo de nuevo.

Smell (Omegaverse) YM /HV/ NJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora