Capítulo 69

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Maria me había arrastrado hasta el lobby. Habían muchas cosas viejas y rotas de lo que solía ser un edificio repleto de oficinas. Analicé bien la situación y mis posibilidades de escapar. Cualquier descuido que cometiera podría decidir si sobreviviría o no. Ella sacó su teléfono y marcó para pedir un taxi, mientras tanto yo intentaba safarme de las cuerdas que ataban mis manos. Luego de varios intentos, logré liberar una de mis manos, la cual utilicé para soltar la otra. Mi energía había vuelto desde el momento en el que confirmé que era ella. Mis ganas de luchar habían regresado. Permanecí en la misma posición para que creyera que seguía atada y comencé a pensar en cómo escaparía.

"Ya no te angusties, hija mía. Pronto vendrán por nosotras y nos iremos muy lejos. Podré comenzar desde cero con todo el dinero que me darán a cambio de ti. Quien sabe qué te obligarán a hacer" me dijo con su típica sonrisa malévola.

Me contuve de responder a cualquiera de sus provocaciones. Ella tan sólo quería verme sufrir, y no le daría el gusto. Esperamos unos minutos hasta que escuchamos un auto aproximarse, el taxi supongo. Sacó de su bolsillo un frasco y un pañuelo. Virtió un poco del líquido en éste último y se me acercó.

"Hora de dormir, mi princesita" me dijo.

Ahí aproveché y le arrebaté el pañuelo. La empujé para quedar sobre ella y adormecerla con lo que quiera que fuera eso. Ambas forcejeabamos con el pañuelo en mano, intentando dormir a la otra. Entonces vi al taxista acercarse a nosotras corriendo. Maria también lo escuchó y se apresuró a sacar un arma que tenía escondida dentro de una de sus botas.

"¡Vete! ¡Pide ayuda!" le grité.

Maria me pegó con el arma en la frente y se levantó para comenzar a dispararle al taxista. El mismo huyó tan pronto se lo advertí y corrió hasta su auto. Maria corrió tras él mientras le disparaba. No se cuántos disparos hubieron, pero el auto paró de avanzar en algún punto. Maria regresó a mí hecha una furia.

"¡Mira lo que me hiciste hacer!" me gritó, "¡Ven!".

Me volvió a tomar por el brazo, olvidando por completo el pañuelo en el suelo. Me arrastró hasta el taxi y allí pude ver que había asesinado al taxista. Notamos que había un teléfono tirado en el suelo y Maria colgó la llamada antes de que pudiera ver la pantalla. Con su mano libre arrastró el cadáver fuera del auto y me empujó al asiento trasero. Encontró un rollo de cinta adhesiva en el asiento delantero y lo utilizó para atarme las manos nuevamente. Cerró las puertas traseras con seguro y se dirigió al asiento del piloto para arrancar. Se veía realmente nerviosa y asustada. Mientras nos alejabamos del edificio abandonado, pude ver unos autos pasando junto a nosotros en dirección opuesta.

"¡Maldición!" gruñó al ver que se daban vuelta.

Era el jefe y su banda que habían regresado con el dinero. Fueron tras nosotras a toda prisa mientras nos disparaban con sus potentes armas. Yo me agaché en el asiento pensando que la situación no podía empeorar. Para mi desgracia, uno de los disparos ponchó una de las llantas e hizo que nos detuvieramos segundos después. A Maria ya no le quedaban balas, y los hombres se acercaban cada vez más a nosotras. Uno de ellos sacó a Maria a la fuerza del auto y luego a mí. Nos tiraron al suelo mientras que el jefe se nos acercaba furioso.

"¡Pensaste que podrías engañarme, ¿no es así?! ¡Ahora las dos se van a morir!" gruñó.

En un cerrar y abrir de ojos, sin siquiera dudar, el señor sacó su arma y le disparó en la cabeza a Maria. Quedé horrorizada al ver esa imagen tan despiadada. Ella había sido una persona terrible conmigo y mi familia, pero seguía siendo mi madre. Sí, claro que la odiaba. Aún así, algo dentro de mí sintió un gran dolor. A diferencia de ella, yo sí tenía sentimientos. El hombre ahora me apuntaba a mí. Cerré los ojos mientras dejaba las lágrimas salir.

The CrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora