CAPÍTULO 1

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¿Condones?

— YoonGi, ¿dónde estás? ¡Ven aquí! —gritó Jin desde abajo de la mansión.

Ahí estaba YoonGi, subiendo los escalones para poder llegar a el lugar más sagrado de la mansión; su habitación y la cama. Y así claramente poder hacer lo que él tanto ama. Dormir.

Estaba, pensó. Porque había sido interrumpido en el acto.

Ahhh. ¿Por qué ahora? Con el llamado del cocinero Jin, tuvo que resignarse a bajar de vuelta con demasiada flojera y fastidio hasta la primera planta y así saber qué era lo que ese wey quería, por Dios, nada era ni es más importante que el que él tenga que dormir, DESCANSAR, por eso YoonGi siempre le ha agradecido a Dios y a su amado cuerpo el que haya creado el descanso y la flojera, aunque la flojera siempre nacía del mismísimo YoonGi.

También, YoonGi ha admitido y agradecido a Dios el que él haya sido el único hombre creado en la tierra –según él– con el mejor swag e inteligencia del mundo, osea, nada se comparaba a él. Bola de mocosos.

Unas que otras veces, agradeció a Dios por darle belleza, mentalidad y una cosota que ustedes –sucixs– deberán saber de qué se trata.

El era como una tabla andante con una astilla –gran astilla– levantada, el que entendió, entendió.

Ahora mismo, se encontraba bajando el último escalón de la casota –la mansión, aunque YoonGi suele decirle casota–. Caminó unos que otros pasos, que según su cuenta hasta llegar a la cocina fueron 63; la cocina estaba algo despejada de lo demás.
Llegando, empujó la puerta de la cocina y abrió encontrándose a Jin removiendo una clase de comida junto a la estufa –que YoonGi no reconocía– y, a Tae picando una cebolla sobre la meseta de la cocina, tratando de evitar llorar, pero por más, lo que contenía la cebolla superaba a TaeHyung.

Por tonto, pensó esbozando una media sonrisa de burla. ¿Quién no sabría picar la cebolla sin llorar? Claro, lxs que ahora mismo están leyendo este fanfic en vez de ayudar a sus madres en la cocina.

— ¿Qué? —puso su típica cara de alegría y simpatía hacia Jin, esa en la cual fruncia su entrecejo, ponía cara de asco y respondía de mala gana.

Tae miró a YoonGi con los ojos ardiendo y llorosos –a causa de la cebolla–, le sonrió como siempre a YoonGi y le dijo:— Jin-hyung dice que vayas a comprar algunas cosas al supermercado, —YoonGi dirigió su mirada a Tae—. También dice que quites esa cara de perro mal nacido que pones cada que te hablan o te piden un favor. —soltó aún con su típica sonrisa cuadrada.

— Mmm... —alzó sus cejas indignado, cruzó sus brazos como si pidera alguna explicación y enarcó una de sus cejas—. ¿Y por qué no me lo pide él? —YoonGi miró a Jin quien seguía removiendo dicha comida –que aún desconocía–. El mismo Jin dejó el cucharón con el cual removía la comida para voltear a mirar a YoonGi.

— En la cocina es necesaria la concentración, YoonGi. —con los brazos igual cruzados miró a YoonGi desafiándolo.

— En mi vida es necesario el descanso, ¿sabes? —dijo sarcástico— Además, yo jamás veo a Tae concentrado por aquí. —comentó con un gesto natural aún con los brazos cruzados, Jin rió por ese comentario.

— ¡Ya! Tu, ¿cómo puedes ser así? —se quejó Tae fingiendo que ese comentario le había llegado al corazón, YoonGi se encogió de hombros sin tomarle importancia a TaeHyung y descruzó sus brazos para dejarlos como normalmente.

— ¿Y qué quieres que haga? —repitió con la misma cara anterior, esa de simpatía en YoonGi hacia Jin.

— Que vayas a comprar. —con simpleza, Jin caminó hasta el refrigerador que se situaba detrás de él mismo, tomó una nota pegada del refrigerador en la cual decía un monton de condimentos, alimentos y vegetales que Jin necesitaría—. Esto —caminó hacia YoonGi y le entregó la nota, él lo tomó.

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