3. Cazadora Cazada

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Nunca antes una criatura semejante como esa había puesto pie sobre aquellos vastos bosques, pues nunca se había divisado a un feroz licántropo por aquellos lejanos parajes de Arda, especialmente a una licántropo de tal rareza como esa

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Nunca antes una criatura semejante como esa había puesto pie sobre aquellos vastos bosques, pues nunca se había divisado a un feroz licántropo por aquellos lejanos parajes de Arda, especialmente a una licántropo de tal rareza como esa.

Ni siquiera los tres trolls de piedra podían creen lo que sus ojos contemplaban, sus rostros aún mostraban asombroso e incluso cierto temor a la bestia que tenían enfrente.

—Bien, aquí me teneís. He salido de mi oscuro escondite para dar la cara como me lo habeís pedido. —dijo la licántropo, mientras sus rojizos ojos estaban fijos en aquel trío de trolls.

Berto, Guille y Tom se miraron entre ellos, pero no dijeron palabra alguna, no porque no tuvieran nada que decir a la temible criatura que los había insultado varias veces, sino porque las palabras no podían salir de sus apestosas bocas.

—Bueno, creo que esta vez no tengo escapatoria posible, como ya me lo habiaís advertido con anterioridad. Después de todo, ustedes son tres
formidables torogs de piedra, y yo soy solo una indefensa y solitaria
licántropo que se ha extraviado de su rumbo. —la licántropo seguía frente a ellos, y los trolls aún seguían sin decir ni una sola palabra.

—Jamás pensé que mi sanguinaria vida terminaría de esta forma.
Avathael, descendiente de Draugluin, Señor de todos los licántropos, se convertiría en el alimento nocturno de un trío de trolls. —continuó, mientras su mirada seguía fija en ellos.

—¿Y bien? ¿Cómo dareís fin a mi despiadada vida? ¿Seré devorada? ¿Seré despellejada? ¿Seré cortada en miles de pedazos? Apuesto a que esa espada vuestra espera ser bañada con mi lúgubre sangre... al igual que su dueño. —y dirigió la mirada a Berto, quien aún portaba la mencionada arma en sus manos.

El troll nombrado recordó que habían amenazado de una muerte segura a la voz irritante en las sombras, pero jamás esperaron encontrar semejante criatura por esos parajes, quien diría que habían encontrado a una joven licántropo perdida en su camino.

—¿Por que siguen tan callados? ¿Acaso un orco les arrancó la lengua a ustedes tres? —Avathael no pudó evitar mostrar una risa, mientras que sus fieros colmillos resaltaban,
causando a los torogs un temor devastador.

—Tranquilos, no os haré daño. Sé que soy una bestia peluda y amenazante, pero juro que no recibirán daño
alguno de mi parte. Os doy mi palabra. —dijo, acercándose a ellos lo suficiente para que la observaran.

Y los trolls la vieron, y por un momento dejaron de sentirse amenazados y de tenerle miedo a la licántropo. Hasta que por un descuido de la gaurhoth, pasó de ser la salvaje cazadora de los bosque a una presa cautiva de torogs.

La habían atado con unas fuertes cuerdas para evitar que esta huyera, y luego la dejaron tirada cerca de unas rocas, Guille estaba a cargo de vigilarla en caso de que se atreviera a escapar, mientras que Tom recogía algunas ramas y leñas para una nueva fogata, mientras que Berto le sacaba filo a su espada.

—Creíste que te dejaríamos ir tan fácilmente, criatura. —le dijo Tom, mientras continuaba afilando el arma.

—Ya te he dicho mi nombre, inmundicia. Mi nombre es Avathael, y
seré un peligro para vosotros si no me liberaís inmediatamente. —exigió, mientras trataba de safarze de las sogas sin logro alguno.

Tom lanzaba grandes carcajadas al ver a la gaurhoth en esas
consecuencias. No podía estar de mejor humor, había conseguido cazarla y pronto lograrían deshacerse de su molestosa presencia. Además, habían conseguido una buena carne que les serviría de un delicioso bocado nocturno.

—¿Cómo va ese fuego, Berto?
—preguntó el torog de piedra al otro, quien ya había logrado encenderlo.

—¿Cómo te va a ti con esa espada? ¿Ya está afiliada? —esta vez había preguntado Tom.

Tom tocó el filo del arma con la palma de su mano para darle el visto bueno.

—¡Está lista! —exclamó Tom.

—Tú fin ha llegado, criatura. Dí tus últimas palabras. —dijo Berto, mirándola fijamente.

—¡Exijó que me libereís! ¡Ahora!
—la licántropo daba gruñidos mientras clamaba por su libertad,
pero los trolls la ignoraban sin hacerle caso alguno.

Además, los trolls también contaban con sus propios problemas o
discusiones...

Tom quería que asarán a la gaurhoth para tener una deliciosa y crujiente carne de licántropo para la cena. Por otra parte, Berto prefería que la carne estuviera cruda y sin despellejar, según él, así disfrutaría más de su bocadillo nocturno y Guille, aunque su vacío estómago volvía a sentir un hambre enorme, no quería comerse a la licántropo de ninguna manera.

—¿De verdad tenemos que devorarla?
—preguntó Guille por enésima vez en la noche.

—¡Claro que nos la comerémos! ¡Aún sigo hambriento! —exclamó Berto.

—¡Igual que yo! Aunque yo prefiero que la cocinemos en el fuego, será una deliciosa carne asada. —opinó Tom, dirigiendo su vista a Avathael.

—¡Por supuesto que no! Nos la comeremos cruda, pedazo a pedazo.
—decidió Berto.

—¿Sin despellejarla? ¡Ni hablar! No quiero tener sus horribles pelos peludos en mi boca. —dijo Tom.

—Sabes que me gusta devorar bestias y animales con pieles y todo. Además, su pelaje no debe ser tan horrible,
seguro que le encontrarás algún sabor a esa piel. —le recomendó Berto.

—Dudo que esa piel sea comible.
—fue lo único que dijo Tom.

Avathael, aún cautiva de los torogs de piedra, gruñía mientras intentaba librarse de esas malditas cuerdas que la aprisionaban y le impedían la libertad que tango anhelaba.

—¡Liberádme ya! ¡Es una orden!
—su voz aún exigía la libertad que le habían arrebatado.

—Cierra la boca, bestia peluda. Aún no hemos decidido como vamos a comerte. —la mandó a callar Berto, amenazándola con la espada.

—Pues prefiero estar muerta que ser una prisionera de vosotros tres. —dijo la licántropa, con su voz amenazante, mientras que sus rojizos ojos brillaban con mucha más fuerza que antes.

—Descuida criatura, estarás muerta en poco tiempo. Así que disfruta tus últimos momentos con vida. —le dijo Tom.

Ante esa nueva amenaza, ella lo desafió con su sombría mirada, pero para su sorpresa, no hubo ningún cambio en los trolls, pues habían dejado de tenerle miedo.

Y así la noche continuaba, Avathael seguía luchando por escapar de su terrible final a manos de los trolls, quienes no podían ponerse de acuerdo sobre como iban a terminar con su sanguinaria vida.

Y así la noche continuaba, Avathael seguía luchando por escapar de su terrible final a manos de los trolls, quienes no podían ponerse de acuerdo sobre como iban a terminar con su sanguinaria vida

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Masacre Nocturna • [Historia Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora