2. Extraña Sombría

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Unos fríos y rojizos ojos, los cuales se asemejaban a dos finas gotas de sangre, se encontraban observando detenidamente a aquel trío de trolls de piedra, quienes continuaban en la ardua misión de encontrar a la siniestra voz que los había insultado

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Unos fríos y rojizos ojos, los cuales se asemejaban a dos finas gotas de sangre, se encontraban observando detenidamente a aquel trío de trolls de piedra, quienes continuaban en la ardua misión de encontrar a la siniestra voz que los había insultado.

—Veo que aún no os rendís. Creí que ustedes los torogs eran de temple débil, pero creo que me he equivocado con ustedes tres. —habló la voz nuevamente, aún escondida entre las sombras.

—Los trolls no se rinden tan fácilmente, especialmente los trolls de piedra. —dijo Guille, aunque en el fondo sentía cierto temor hacia la criatura que estaban tratando de encontrar.

—Pareces demostrar un valor tan grande como tu tamaño mismo, torog. Aunque sé que tienes temor en tu interior. —habló la voz de la criatura, otra vez.

—Haz escuchado eso Berto, la criatura dice que soy valiente. —habló nuevamente Guille, emocionado de que alguien reconociera su valor.

—Cállate, Guille. Esta criatura parlante no sabe de lo que habla.
—le regañó Berto, enfadado porque aún no la habían encontrado.

—Yo sé muchas cosas que tú ignoras, torog. Y no, no lo digo porque seas un troll. —volvió a hablar aquella molesta voz, entre risas, sabiendo que los trolls no habían entendido la burla en sus palabras.

Pero al parecer Tom, aunque un poco tarde, había llegado a comprender aquel nuevo insulto. Y, cegado en una ira terrible provocada por la
irreverente voz salida de la oscuridad, el troll mencionado decidió lanzar una nueva amenaza.

—Sal de donde quiera que estés, criatura de las sombras. He
conseguido una espada demasiado afilada devorando a su antiguo dueño. Me gustaría saber que tan afilada está, apuntándola a tú pellejo, y así acabar con tu miserable vida de una buena vez por todas. —le amenazó Tom, esperando que de este modo que la criatura se marchara, o si no, que dejara de estar oculta, y que así se mostrará de una buena vez.

—Ya estás advertido. Seas quien seas, nosotros somos más grandes y más fuertes que tú, acabaríamos contigo fácilmente. Dudo que tengas alguna posibilidad de escapar, criatura de las sombras. —le dijo Berto, mostrando aquella afilada espada a la inminente oscuridad, esperando que la entidad pudiera divisarla, y así, tratar de
infudirle algún temor, aunque el enorme torog dudaba que aquel ser de voz siniestra y burlona tuviese temor alguno.

Y tras haber recibido varias amenazas por parte de los trolls, aquella criatura se mantuvo oculta entre las sombras, mientras los trolls de piedra aún trataban de encontrarla, sin logro alguno.

—Al menos no me he equivocado en una cosa. El olfato de los trolls es estupendo, según tengo entendido. Pero en cuanto a la vista, no creo que sea una de sus mejores cualidades.
—habló la voz de la "Criatura de la Sombras", nuevamente. Así era como los trolls habían decidido llamar a la entidad oculta.

—¿Acaso te atreves a insultarnos otra vez, criatura de las sombras? Solo espera a que te encontremos, será un gran placer acabar contigo. —le dijo un furioso Berto, deseoso de encontrar a aquella criatura, y devorarla a pedazos, para así saciar el hambre que volvía a sentir en su gran estómago.

—Pues primero tendrás que encontrarme, troll. Y no lo estás haciendo muy bien que digamos.
—respondió la voz, quien trataba de molestar nuevamente a los tres trolls.

—Yo ya me he cansado de tú molesta voz, criatura. Muéstrate ante nosotros, y haré que tú muerte sea menos dolorosa para ti, pero haré que sea más comible para nosotros. —esta vez había hablado Tom, dándole una opción no tan agradable.

Por un largo tiempo hubo silencio, solo se podía escuchar el soplido de un fuerte viento. Los trolls también habían dejado de hablar entre ellos, después de Tom, ninguno de ellos había pronunciado palabra alguna.

La voz en la oscuridad también se había mantenido callada, tras las palabras amenazadoras de Tom, había decidido que lo mejor era estar en silencio, al menos por ahora. Debía decidir cual sería su siguiente movimiento, pero hasta ahora no sabía que iba a hacer con exactitud.

Pero de algo estaba segura, aquel trío de trolls de piedra le sería de gran utilidad para un siniestro plan que tenía en mente.

El ambiente aún se tornaba silencioso y congelado, la oscuridad invadía el lugar completamente, y nadie seguía sin decir nada, los trolls pensaron que al fin la criatura y su molesta voz se habían marchado para no volver a molestarlos jamás, pero se habían equivocado nuevamente.

De repente el silencio había quedado atrás, lo primero que escucharon fueron unas pisadas que se acercaban con lentitud, dejando así a los trolls inadvertidos ante un nuevo ruido.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Guille, asustado.

—¿Qué ha sido qué? —esta vez preguntó Berto.

—Ese sonido, ¿No lo han escuchado?
—volvió a preguntar Guille.

—Yo no he escuchado nada, Guille.
—respondió Tom, Berto también había opinado igual.

Luego se oyó un fiero gruñido, y después un temible aullido que se perdía entre la oscuridad.

La luna solitaria había vuelto a resplandecer en el nocturno firmamento de Arda, volviendo a iluminar aquellos malvados ojos rojizos, que con cada paso que daban sus peludos pies, iban acercándose más hacia los torogs de piedra.

En aquella oscuridad su sombra aún no podía hacerse visible, hasta que los rayos de la luna iluminaron por completo su cuerpo y rostro.

Y así es como los tres trolls de piedra la contemplaron por primera vez, temerosos ante la presencia de aquello que tenían en frente, pues nunca había visto nada semejante.

Poseía una forma humana, aunque su cuerpo y su rostro estaban cubiertos de un oscuro y negro pelaje, sus extremidades poseían unas afiladas y gruesas garras, de su boca sobresalían un par de afilados colmillos, y en rostro se encontraban sus rojizos y brillantes ojos los cuales se
asemejaban al color rojizo de sangre derramada.

—¿Qué eres tú? —preguntarón los tres trolls al mismo tiempo, pues nunca habían contemplado a una monstruosa criatura como la que tenían ahora delante de ellos.

—Mi nombre es Avathael, y soy una licántropo —fue lo único que aquella criatura pronunció, antes de volver a quedarse en silencio.

—Mi nombre es Avathael, y soy una licántropo —fue lo único que aquella criatura pronunció, antes de volver a quedarse en silencio

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Masacre Nocturna • [Historia Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora