Capitulo Cuatro

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Capítulo cuatro: la perra ardida

-¡Sebastián! Dejámeeee- me reí incontrolablemente; estábamos en su loft (que por cierto, era hermoso) pues como ambos estábamos aburridos, decidimos ver algunas películas en netflix. Ya se adentraba la tarde, y siendo sincera, yo tenía hambre, pero pena de decirle a él esto.

-¿Sabes? Tengo hambre ¿vamos por Alitas? -  él pregunto y les juro que mi cara se iluminó

-¡Claroooo que siiiii!- me levante rápidamente, casi olvidando que ando vestido.. ooppss...

Él se rió,  y se levantó también. Él vestía jeans negros, una camiseta blanca y una chaqueta roja vino; su chaqueta me hizo recordar que eran las 7:00pm, y que las noches en Madrid suelen ser frías

-umm.. ¿Sebastian?-

-¿mhm?- me miró, mientras agarraba las llaves de su auto

-¿me prestas una chaqueta? Es que.. umm.. si..- dije inconclusamente, con algo de pena, pues yo sabía que teníamos confianza, pero no era tan fácil desprenderme de eso.
se rió suavemente y movió su cabeza de lado a lado

-Claro, ven- me indicó. Él puso sus llaves en el bolsillo de su pantalón y se dirigió a su habitación, yo siguiéndole.
Su habitación era bien estética, y para mi sorpresa, no estaba desordenada sino más bien al contrario, muy bien organizada.
De su closet sacó una chaqueta de jeans oscura, muy bonita y me la pasó a mi

-Gracias- le dije mientras me la ponía.
-te queda mejor que a mi- dijo con una sonrisa coqueta, haciendo que me sonrojara

-Sebastián Obando, ¿estás coqueteando conmigo?- me reí, sacudiendo mi cabeza y saliendo de su habitación dirigiéndome hacia el lobby, el siguiéndome está vez.
Nos subimos al carro, y él arrancó, conduciendo a una pequeña tienda de alitas qué hay en la ciudad llamada 'wingS'.

Como había algo de silencio incómodo, decidí prender la radio; sonaba una canción de despecho, ranchera, totalmente odio las rancheras

-ushh- 
Sebastián se rió cuando cambié la canción

-¿de qué te ríes?- me reí un poco yo misma al ver que él lo hacía

-¿no te gustan las rancheras?-

-nope, para nada-

-ya somos dos entonces-
Ambos nos reímos a esto, y seguí en mi búsqueda de alguna canción que nos gustara a ambos, y encontré en una estación ballenato;  no me encantaba pero definitivamente era mejor que las rancheras. Sebastián sonrió; obvio, siendo colombiano estaba más acostumbrado a este estilo musical.
Yo bailaba en mi propio asiento, de manera graciosa que lo hacía a él reír, él por su lado cantaba y también bailaba un poco en su asiento.

Esto lo hicimos hasta que llegamos al restaurante. Nos bajamos del auto y entramos al establecimiento; elegí una butaca, pues yo amo las butacas, y nos sentamos uno frente al otro. En poco tiempo, llego una mesera a tomar  nuestra orden, a ella casi se le salen los ojos de la cara al ver a quien estaba atendiendo.

-¿listos para tomar.. su.. orden..? - era algo cómico de ver, probablemente así me vi cuando conocí a Sebastián.

-sip, listos- él le dijo sonrientemente

-queremos ¿dos ordenes de alitas?-me volteó a ver y yo asentí

- Si con papas fritas, y yo quiero una Pepsi para tomar-

-yo quiero una limonada- dije con una sonrisa también, la camarera me observó por un momento y luego me preguntó

-¿tu eres La chica del café?-

bastó un beso|syDonde viven las historias. Descúbrelo ahora