Charlotte POV:
- Iremos a una cena en la Casa Blanca. –Parpadeé, mi mano reposaba en el picaporte de la puerta, apretándolo durante un mili-segundo antes de soltarlo. Bueno, él sí que sabe como quitarle la magia a todo, pensé sarcásticamente. Mi sarcasmo rápidamente se desvaneció mientras me daba cuenta que estaba en el estudio de mi padre; su larga biblioteca de caoba y su escritorio a mi alrededor.
Observo al hombre frente a mí, difícilmente puedo reconocerlo como el mismo padre de hace diez años. Su rostro, según yo guapo, manteniendo una impasible expresión a medida que continúa escribiendo en un trozo de papel. No levantó la mirada ni una vez.
- Bien… –Mi voz se fue desvaneciendo después de un momento de silencio. Reprimí, las repentinas lágrimas que amenazaban con salir a causa de todos los recuerdos de mi jardín de infancia. Lo bueno y lo malo. – ¿Es todo?
Levantó la mirada hacia mí y observé un destello de emoción en su cara para luego volver a su impasible expresión. Entonces frunció el ceño.
- Recógete el cabello para la cena. –Dijo, sus cejas presionadas juntas en una molesta ‘V’. –Y vístete adecuadamente. No quiero que Nate piense que crié a una hija perdida. –Entonces, como si no hubiese dicho palabra alguna, bajó la mirada hasta sus papeles nuevamente, discretamente queriendo que me fuera.
¿Acaba de llamarme una…? Saqué ese pensamiento de mi cabeza. No, ¿Quién llama a su propia hija de esa manera? Parpadeé rápidamente pero no funcionó. Una lágrima rodó por mi mejilla, cayendo en el suelo de madera bajo mis pies. Un sollozo se quedó atrapado en mi garganta mientras intentaba dejar la habitación sigilosamente; el click de la puerta significando mi salida. Me quedé fuera por un momento, sumida en mis pensamientos. Sumida en un aturdidor camino de recuerdos renuentes en mi mente, haciendo que las lágrimas bajaran aún más rápido.
- Siempre voy a amarlos. A ambos. –Sus ojos destellantes con algunas lágrimas retenidas en ellos mientras acariciaba mi mejilla con delicadeza. –No importa qué, nunca lo olvides. –Sonrió débilmente, una gota de sudor corriendo por la comisura de sus labios. Sus ojos recorrieron mi cara, como si estuviese memorizándola. Dijo sus próximas palabras con cierta nostalgia mientras sus azules ojos como el cielo penetraban los míos.
- Mi pequeño rayo de sol.
Mis vista estaba borrosa, las escaleras y los muebles a mi alrededor convirtiéndose en irreconocibles figuras mientras mi mente era bombardeada con recuerdos del pasado.
- ¿¡Por qué lo has hecho!? –Gritó, el pulso en su cuello tensándose. – ¡De todas las cosas, de todos los lugares! –Entonces comenzó a caminar rápidamente por el suelo de madera, sus pasos enérgicos y ruidosos. Me quedé paralizada, con mi temblorosa respiración y mis mejillas mojadas mientras tentativamente corría a detenerlo.
- Pa-, –Se dio bruscamente la vuelta, golpeando mi antebrazo lejos de él. Retrocedí por su repentino movimiento y caí al suelo aún sorprendida. Levanté la mirada hacia él, mis ojos una vez más llenos de saladas lágrimas. Sus llameantes ojos perforando los míos, haciéndome retroceder a causa de su punzante mirada.
- Sí no hubieses… –Sus ojos entrecerrados a medida que se alejaba, transformándose en una oscura sombra gris; como el cielo luego de un violento tornado. Frunció el ceño, rabioso. –Es todo culpa tuya. –Escupió. –Toda tú culpa.
- ¿Charlotte? –Los recuerdos fueron desapareciendo de mi mente mientras sorbía por mi nariz, volteándome lentamente hacia donde provenía la voz. Mary rápidamente se acercó a mí una vez que vio mi cara. –Cariño, ¿Qué pasa?
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His Number /En pausa/
Novela JuvenilCharlotte Everley y su mejor amiga tenían una tradición. Cada verano, el 26 de junio, llaman a un número telefónico, un numero al azar con el mismo código del área local, únicamente por entretenimiento. Cuando la mejor amiga de Charlotte, Stella enc...