Charlotte POV:
La vida es complicada en numerosas cantidades de formas. Por un lado, las personas suertudas, pueden estar llenas de felicidad y, bueno, vida. Pero para los otros, puede estar llena con, nuevamente, la palabra vida, sólo que con un completamente nuevo significado lleno de miedo.
Otro hecho bien conocido acerca de la vida –es que es injusta. Ese es exactamente el pensamiento que llegó a mi mente mientras veía a una desgarradora Jade en medio de un mar de pañuelos desechables. Mi vista se desvió hasta la molesta de Harriet pero aun triste y sentí mi ceño fruncirse. Pero, volviendo a Jade, sentí mi sonrisa volver, casi forzada.
- Jade—-
- No volvieron. –Jade dijo, gimoteando un poco. Sentí mi forzada sonrisa convertirse en una línea.
- Nunca sabrás, Jade, debieron haber—.
- Basta. –Me detuvo suavemente. Viró su cabeza hacia la parte de su habitación que parecía intocable por sus collages hechos a mano. La pared estaba completamente en blanco en comparación a las otras tres que estaban cubiertas de recortes que ella había cogido de revistas. –Pienso que, que necesito algo de tiempo sola. –Observé a Harriet. –Por favor. –Dijo, su voz ahora parecida a un susurro.
- ¿Qué pasó? –Pregunté, una vez que Harriet y yo estuvimos en su estudio. Harriet colocó ambas de sus manos en su rostro y suspiró.
Sin mirarme, dijo. –Los Franks.
- Ellos no…
- No. –Quitó sus manos del rostro, luciendo como si tuviera diez años. –No lo hicieron. De alguna forma su información de contacto no me llevó a ningún lado –siempre llega hasta el buzón de voz o a una llamada perdida. So-solo. –Harriet miraba impotentemente hacia su escritorio. Miré hacia el suelo de madera debajo de mí, tratando de mantener mis emociones.
- Tan cerca. –Dijo, su voz calmada. –Jade estaba tan cerca. –Pensé en la brillante y positiva personalidad que Jade siempre lleva, para ser golpeada por otra adopción fallida.
¿Por qué ella? Grité dentro de mis pensamientos.
Pero así es la vida. Nunca es justa.
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- ¿Pinkberry en quince? –Texteé. Cuando Stella respondió con una “si”, sentí como me levantaba de un salto del sillón en el que había estado tirada hacia unas horas y entumecida fui a por mis cosas. Me detuve frente al estudio de mi padre. Me quedé ahí y miré a la gran puerta, mi mente llenándose con millones de pensamientos; pensamientos que comenzaban a mezclarse con lo que había pasado en el orfanato.
- ¿Señorita? –Tropezando con mis pies al sonido de la voz de Jared. – ¿Está todo bien? –Volteándome para mirarlo por un segundo, sentí una pequeña y sin alguna emoción sonrisa aparecer en mi rostro.
- Charlotte. –Corregí. –Y estoy bien. –Me di la vuelta, y fui en la dirección a la que originalmente me dirigía.
Solo un pequeño desvío.
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Había escuchado la puerta campanear con su usual campaneo pero no podía encontrar el ánimo para levantar la mirada. Momentos después, escuché la silla frente a mí, ser arrastrada.
- ¿Vas a decirme por qué estás mirando hacia tu yogurt congelado como si tuviese el secreto del universo o qué? –Stella preguntó. Llevé otra cucharada hasta mi boca y levanté la mirada. Tan divertidas como las palabras sonaron, los ojos de Stella contenían cierto desconcierto. Volví a bajar la mirada.
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His Number /En pausa/
Teen FictionCharlotte Everley y su mejor amiga tenían una tradición. Cada verano, el 26 de junio, llaman a un número telefónico, un numero al azar con el mismo código del área local, únicamente por entretenimiento. Cuando la mejor amiga de Charlotte, Stella enc...