Capítulo 4

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Se encontraba encerrada en la habitación que hacía mucho no visitaba, aquella que Gabriel tenía destinada únicamente para las visitas de ella.

Estaba tirada en el piso, mirando hacia el techo sin ninguna razón en especial, se sentía abrumada, la presión que traía y no dejaba ir por fin se estaba cobrando las deudas. Estaba con el corazón destrozado, solamente dos años le había durado la honestidad de su pareja; y aunque no se sentía en condiciones de reclamar, las palabras añoraban salir de su garganta.

El llanto no había cesado, por más que luchaba no podía controlar a las rebeldes gotas saladas que inundaban sus ojos. Se sentía pérdida, destrozada y engañada de todas las maneras posibles.

Ella sabía que Gabriel se encontraba sentado al pie de la puerta, aguardando por el momento en que ella quisiera hablar, siempre había sido así, estaba juntos en las buenas, malas y las peores; y sin duda alguna está era una de las peores.

Se acercó a la puerta y se sentó de espaldas a ella lista para iniciar la conversación.

-¿Sigues ahí?- pregunto Nancy desde adentro de la habitación.

-Sabes que si, aquí estoy y me duele el trasero de estar sentado aquí desde hace una hora.- contestó su mejor amigo.

Nancy solto una pequeña risa y siguió secando sus lágrimas.

-¿Que fue lo que pasó?-cuestiono Gabriel.

-Nada que no supiera, finalmente he conocido a la dichosa amante, ya no hay secretos.-respondio Nancy soltando un suspiro.

-Supongo que las encontraste.

-Si, pero no tengo cara con la cual reclamarle cuando yo también la engañé, lo que más me duele es que, yo dejé todo por ella, absolutamente todo, deje a mi madre que hace seis años no me habla, mi casa... Mi vida, dejé todo por ella y cague en una sola noche.-dijo Nancy con la voz quebrada.

-Tu no arruinaste nada, ella lo hizo primero y si, no tienes justificación; pero ella tampoco y de no haber sido ella quien iniciará con esto, lo de anoche jamás hubiera pasado. Nancy jamás he dicho nada porque eres mi amiga; pero es momento de decirte la verdad, has sido una tonta, te dejaste desplazar de tu propia relación, le diste prácticamente tu bendición para engañarte pensando que un día ella iba a volver a tus brazos y se iba a olvidar de la otra.-solto Gabriel.

Las palabras dolieron; era cierto, dejo que jugarán con ella a cómo se le diera su antojo.

-Nancy, el que busca encuentra; ahora solo me queda preguntarte ¿Que hasta ahora que encontraste?-pregunto Gabriel para terminar.

¿Que haría? ¿Volver? No, o al menos no ahora, no podía fingir que todo iba a estar bien después de esto, ya no podía regresar y ponerse la venda con la que despertaba cada mañana y se cegaba de lo que pasaba, ahora veía con claridad y dolía, dolía mucho, pero debía ser valiente y afrontar lo que tenía.

Gabriel se levantó y abrió la puerta, vio a la pelinegra caer de espaldas al piso y en seguida la vio volver a llorar, la levantó y la abrazó, la pego a su pecho y espero que se calmara.

La mandó a duchar y en la cama le dejó un par de camisetas suyas que solía usar cuando eran más jóvenes, le dejó unos shorts y preparo las películas más absurdas; pero que a la vez la hacían llorar, preparó dos cafés, ordenó una pizza y luego eligió su playlist favorita.

Ella se metió a la ducha y dejo al agua borrar cada rastro de la piel agena, lavó su cabello y quitó todo el aroma a bar y cigarrillo de la noche anterior.

Cuando salió se encontró en la cama con una camiseta de Queen, le quedaba dos veces más grande que su ropa normal; pero se sentía cómoda, término de vestirse y salió envuelta en una pequeña manta que había sacado del closet de la habitación.

Cuando salió, todo estaba listo para una tarde de depresión a la antigua, recordó los viejos tiempos y entonces se sintió como en casa.

-¿Que quieres ver? Tengo "la boda de mi mejor amigo", "Como si fuera cierto", "10 cosas que odio de ti", "Orgullo y prejuicio", "La lista de no besar de no besar de Naomi y Ely", "Lolita", "La mejor de mis bodas", "Nick y Norah", "Si tuviera 30" y toda la lista de capítulos de "¿Cómo conocí a tú madre", todo está preparado para que llores y te rías.-dijo Gabriel.

Nancy sonrió y se sentó a un lado de Gabriel en el sofá frente a la televisión, se acomodó en su hombro y finalmente contestó:

-Vamos a ver todas las temporadas de "¿Cómo conocí a tú madre?".

-¿Crees que la acabemos toda en un solo día?-pregunto Gabriel en forma retadora.

-Pues yo estoy lista para no dormir y no ir a trabajar.-dijo Nancy encogiéndose de hombros.

Gabriel puso la serie y se acomodó para abrazar a Nancy mientras ambos la veían. Sí el amor verdadero existía, tal vez Nancy no lo tenía con su pareja; pero estos dos eran el claro ejemplo de lo que significaba el amor.

Mientras tanto en casa Miriam se encontraba con Sofía platicando.

-Y ¿Entonces no ha vuelto?-cuestiono Sofía.

-No, ni las llamadas me contesta, sé que tiene que volver pero me preocupa el que me deje.-respondio Miriam.

-Yo no sé qué te preocupa, total si ella te deja me tienes a mi y así tendríamos más tiempo para las dos.

-Es cierto, sin Nancy y sin tu marido ambas estaríamos juntas.- dijo Miriam con una sonrisa.

-Espera, yo nunca dije que dejaría a mi marido, dije que tendríamos más tiempo juntas, no te confundas querida, me gusta estar contigo pero tampoco es para tanto.-resppmdio Sofía.

Miriam se quedó con la cólera que le habían causado sus palabras.

-Largate, traicione a la persona que amó por ti y tu así me lo pagas, lárgate.

-No la amas, de amarla jamás la hubieras traicionado, así que ahora no digas que te importa.- respondió la castaña antes de estimar sus cosas y marcharse, dejando a Miriam totalmente sola.

Entre Las Piernas EquivocadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora