Capitulo 3

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Miriam se despertó más temprano de lo normal, pensó que tal vez Nancy había vuelto por su ropa para irse a trabajar, pero no había ni una sola señal de ella.

Nancy se encontraba en el cuarto de hotel, donde a penas los rayos del sol iluminaban la habitación y la resaca comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Poco a poco iba abriendo los ojos, vio a alguien a un lado suyo, observó la habitación y calló en cuenta de que no se encontraba en casa.

Miro a la persona a su lado, se incorporó en la cama y vio que se trataba de un chico, talló sus ojos, se observó y se percató de que no traía ropa, se dió cuenta del desorden que había y entonces como un balde de agua fría los recuerdos de aquella noche la inundaron.

-¿Que hice? ¿Que carajos hiciste Nancy? La cagaste y está vez la cagaste en serio.-se reprochó en voz alta.

Su compañero comenzó a acomodarse, abrió ligeramente los ojos y la vio despierta.

-Bueno días.- la saludo aún despertando.

El abrió bien los ojos, observó la habitación y entonces tuvo la misma reacción que la pelinegra.

-¿Que carajos hicimos?-dijo serio.

-Bueno, entonces no soy la única, dime que al menos traes boxers y entonces descartare la opción que estoy pensando y paso añoche.

-Pues yo de una vez te advierto que esfumes las esperanzas que tenías, porque estás a punto de confirmar tus sospechas.-contesto el exaltado.

-¡Mierda!- exclamó Nancy.

-No sé que tanto te preocupa, anoche parecias muy despreocupada, nada te importó.-dijo David enojado pensando que el único idiota era el.

-Ese es el puto problema, que nada me importó y estoy casada, entiendes lo que es eso, cometí una estúpida infidelidad.- dijo Nancy casi gritando.

El analizo la información que ella acababa de soltar, sin duda la habían cagado y en grande.

Ella se levantó cubriéndose con las sábanas, busco su ropa interior por un largo rato y finalmente la encontró, se colocó el vestido de nuevo, tomó su bolso, se llevó los tacones en la mano y salió de la habitación.

Iba descalza por la avenida, busco en su bolso una liga y se amarró en una alta coleta el cabello, sacó unas mentas y se metió un par a la boca, también tomó su cartera y subió al primer taxi que la llevara a casa.

Busco su celular y llamó a Gabriel.

Llamada en curso.

-¿Que quieres Nancy? Es muy temprano y traigo una resaca de los mil demonios.

-Oh, perdón yo estoy dando brincos de felicidad, no estúpido, me quieres decir ¿Por qué chingados no me detuviste anoche?

-¿De que carajos estás hablando? Te fuiste a casa anoche ¿No es así?

-Pues entonces tú terminaste más ebrio que yo, porque termine en una habitación de hotel con un wey que ni siquiera conozco y no se ni su nombre.

-¡No lo dices en serio!

-Lo digo en serio, Miriam va a matarme.

-Jaja, por mí perfecto que le hayas puesto el cuerno.

-No sé ni porque te llamé, sabes que jodete Gabriel.

-Yo también te amo Nancy, que bueno que le vas a dar a esa vieja algo de su propia medicina.

-Eres un idiota, noches de desenfreno y mañanas de ibuprofeno.

-Y de divorcio, hoy es un buen día para no estar casado.

-Pudrete.

-Igual tu querida.

Fin de la llamada.

El taxi se paró frente a la casa de Nancy, ella pagó y se quedó un rato frente a la puerta pensando en si debía tocar o no. Se armó de valor y por fin dió tres toques a la puerta, nadie abrió, volvió a tocar y tampoco tuvo una respuesta. Decidió girar la perilla y para su sorpresa estaba abierto, dejo sus cosas en el sofá, no escuchaba ruido y supuso que Miriam seguía dormida como era costumbre.

Subió las escaleras y se llevo la sorpresa más grande, cuando  hecho que la llevaba atormentado desde hace años se hizo presente ante sus ojos. Miriam se encontraba en la cama con otra chica, ambas estaban besándose, sin haber notado en absoluto la presencia de la pelinegra.

Sus ojos se inundaron de lágrimas que amenazaban con salir, su cuerpo comenzó a temblar y de un momento a otro podía asegurar que iba a romperse con cualquier movimiento.

Fue cuando Sofía volteo y de inmediato advirtio a Miriam, la pelinegra seguía parada en el mismo lugar viendo atónita la escena.

Sofía se cubrió con las sábanas y Miriam no sabía ni cómo actuar.

-Puedo explicarte, Nancy podemos arreglarlo.

-No, ya no Miriam, ya no.

-Nancy solo escúchame por favor, ella está casada, esto no debe acabar con nosotros no dejes que algo así acabe con nuestro amor.

Nancy ignoró cada una de sus palabras, solo busco ropa limpia y la metió en su pequeña bolsa, tomo sus zapatos de piso y algunos productos de uso personal. Bajo las escaleras y se marchó.

Tomo un taxi de nuevo y se detuvo frente a un condominio. Fue recibida en la entrada y la anunciaron, siendo conocida por casi todos, subió hasta el piso número 18, de los más altos como era costumbre de la persona que quería ver.

Tocó la puerta y Gabriel abrió aún tallandose los ojos por la resaca.

Nancy lo miró, el la observó confundida y ella se lanzó a sus brazos llorando a gritos todo aquello que había callado por años.

El la abrazo lo más fuerte que pudo, acarició su cabello y su espalda para tranquilizarla; pero el llanto no cesaba, entonces comprendió lo que pasaba y sintió su sangre hervir al verla tan destrozada, tan rota y tan frágil.

Entre Las Piernas EquivocadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora