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Regina estaba haciendo las compras en la plaza del pueblo, observaba con detenimiento la calidad de los víveres, el aroma de cada fruto y el color de los vegetales, lo mejor iba para su cocina.

Caminaba entre la multitud, compraba fertilizantes para sus cosechas, mientras caminaba torpemente con las pesadas compras en mano observó a una familia en el suelo y en peores condiciones, Regina tuvo piedad y les regalo una moneda y uno de los frutos que había comprado, siguió caminando entre la multitud para luego salir de allí y volver a su casa.

Hizo sus deberes y luego tomó un descanso para caminar un rato por el pueblo y llegar a la perderá que había frente al castillo, una melodía empezó a resonar en su cabeza que luego no resistió en tararear.

Llegó a aquella perderá y se sentó en una roca enorme que había allí cerca a un lago, el sitio se adornaba con la hermosa vista del castillo y el casos que se vivía en el pueblo, aprovechó aquella tranquilidad para cantar la canción que hace un rato tarareaba.

Para Regina ya se había vuelto una gran costumbre visitar aquel pacífico lugar para cantar su canción, mientras seguía cantando una voz masculina se unió a la suya formando acordes perfectos y junto a esta voz una dulce melodía de guitarra que quedaba perfecta, Regina dejo de cantar para oír con cautelosa atención, este canto un rato mas.

Regina empezó a buscar quien se unía a su canto, bajo un árbol observó una figura de alguien más alto que ella, la sombra del árbol No dejaba que este revelara su rostro.

- Hola, ¿podrías salir a la luz, por favor? - dijo la joven Regina y este dio un paso y el destello de su corona cegó a Regina

- ¿Que hace una hermosa dama por estos lados?, acaso... ¿eres una de mis acosadoras? - Habló el hombre

- ¿Príncipe Esteban? - preguntó Regina

- Así es, mucho gusto, ¿y tu? - dijo

- Soy Regina, un placer conocer a su majestad - Se presentó educada mente haciendo una venía

- Por favor, conmigo nada de "su majestad" - dijo Esteban

Regina alzó su mirada encontrándose con los hermosos ojos marrones de aquel apuesto hombre, El príncipe Esteban tomó una de las manos de Regina y en ella plantó un beso, Regina se impacto ante aquel acto, ella simplemente se disculpo y tomó camino para volver a su casa.

Los Príncipes No Van Con Las PlebeyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora