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La Reina Angela se acercó a su hijo Esteban, lo tomo del hombro y con sutileza le susurró que era mejor que olvidara a aquella joven.

Le reina tenía algo entre manos, su hijo debía casarse con Elizabeth; la joven con la que observaba el cielo aquella vez, su compromiso se debía al crecimiento de la monarquía. Esteban aún no lo sabía, el amor empezó a emanar por aquella chica del antifaz, no se daría por vencido y la buscaría por todo el mundo, la seguirá esperando y pasarán los días, pero junto a el bailara por el resto de la vida.

El día pasó, Regina salió a caminar por su sitio favorito, aun estaba cautivada por aquel beso, nunca lo dejaría pasar, se recostó en el prado con la vista al cielo, en su panorama se apareció aquel joven que le hizo sentir millones de cosas, su rubor la delató y al instante se levantó

- Príncipe Esteban - dijo Regina ocultando su rostro mientras pasaba sus dedos por donde el príncipe posó sus labios aquella noche

- ¿Pasa algo? - preguntó preocupado

- No nada, ¿Que tal el baile? - preguntó cambiando de tema

- No lo imaginas fue una noche increíble, conocí a una chica muy hermosa llevaba un antifaz - dijo Esteban con un largo supiro

- Mientes - dijo Regina muy avergonzada

- Tengo su antifaz - de su bolsillo lo saco y se lo enseñó - me enamoré de ella y debo esposarme con ella lo más pronto posible

Regina guardo silencio y regreso a su cabaña, una gran idea pasó por su cabeza....

Los Príncipes No Van Con Las PlebeyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora