A través de MI oscuro iris

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Julian cerró su ventana, ya que el cuervo había vuelto a aparecer. Generalmente no le intimidaba, ya que era solo un ave, pero aquella oscura noche su presencia le hacía estremecer. Regresó a la cama e intentó dormir, nuevamente en vano. Cuando por fin concilió el sueño, lo hizo con el extraño cantito que el animal hacía siempre.

Por la mañana, decidió caminar un rato por el bosque, para despejar sus ideas. Aquél lugar le aterraba por la noche, cuando no había una sóla chispa de luz. Temía a las horribles criaturas que allí vivían. Pero de día le parecía realmente fascinante, sin nada amenazante a la vista, ya que es sabido que los monstruos duermen cuando la luz solar aparece.

Avanzaba por el sendero repleto de ramas cuando algo se pegoteó a sus nuevas zapatillas deportivas. Levantó su pie y retiró lo que en la suela había quedado atorado. Una pluma, negra como la noche.

En sus paseos, jamás había visto a nadie allí, pero esa nublada mañana fue diferente. En el banco en el que solía sentarse, se hallaba una muchacha.

—Hola.— Dijo ella, al notar su presencia.

—Hola.— Contestó, observándola. Su cabello era negro azabache, y él estaba segurísimo que se trataba de un tinte artificial, al igual que sus ojos, profundamente negros.

—¿Cuál es tu nombre?— Preguntó ella, fingiendo que no lo sabía. Su vestido morado oscuro se agitaba levemente debido al viento. Este generalmente parecía silbarle miles de secretos y recuerdos, pero en aquél momento sólo le transmitía terror y decepción, por lo que ella estaba haciendo.

—Julian.—

—Tienes un nombre muy bonito.—

Él sonrió.—Gracias.—

—Creo que será mejor que me retire.— Dijo ella, al tiempo que se levantaba. No había sido debido a lo que el viento susurraba, pero igualmente presentía que algo terrible se avecinaba si ella no volvía pronto a su hogar.

—¿Volveré a verte?— Preguntó él, cuando ella ya se había alejado unos pasos.

—Claro que sí. Me has visto anteriormente, sólo que no te das cuenta de ello. Esta noche, echa una ojeada a tu ventana, estaré allí.—

—¿Y cómo sabré que eres tú y no algún demonio de la noche?—

—Te daré una señal para que me reconozcas, lo prometo.—

—¡Espera! ¡No me has dicho tu nombre!— Le gritó.

—Soy Andrea.— Dijo, esbozando una sonrisa.

Dicho eso, se marchó.

Luego de un rato en la soledad del bosque, Julian decidió regresar a casa. Generalmente podía pasar horas allí, pensando en todo tipo de cosas, pero en ese momento no se sentía en su mejor momento para aquello. Transcurrió su día impaciente por volver a ver a aquella misteriosa muchacha, caminando de un lado hacia otro.

Cuando por fin anocheció, él aguardaba junto a la ventana a la espera de la extraña chica. Algo se movió en el exterior, y Julian pegó su rostro al vidrio, intentando detectar de qué se trataba. Suspiró decepcionado, solo era el cuervo. Aquél animal ya estaba allí, igual que todas las noches.

Cuando ya comenzaba a resignarse, observó con tristeza y por última vez la ventana. El cuervo seguía allí, sólo que hizo un extraño ruido, como un gritito animal, guiñó un ojo y luego de desplegar sus alas, se echó a volar.

FIN :3

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