Prologo

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- ¡Catherine Dumbro baja de ahí en este mismo instante!

Grita Francisco Dumbro a su hija de 10 años que se ha subido a la copa de un árbol.

- Comienzo a creer que no fue buena idea criar yo solo a una niña. - Dice para sí mismo mientras mira a su hija entre las ramas jugueteando de lo más feliz y eso es lo que a el más le llena de satisfacción, esa bella sonrisa tan idéntica a la de su madre. Sus ojos se ensombrecen con tristeza, como cada vez que piensa en ella.
Catherine, su esposa, murió al dar a luz a su única hija la cual bautizó con el mismo nombre y al verla con tal vitalidad y alegría no puede evitar ver en ella a su amada.

***

- Francisco, si sucede lo que el doctor dice, quiero que me prometas algo.

- Eso no pasará, tendré a mi esposa e hijo a mi lado, no digas tonterías.

- Pero.. Si no sobrevivo, promete que permitiras que nuestro descendiente explore y se divierta que sea feliz, que vivirás con ella en el campo tal como habíamos dicho. Sobre todo si es niña, yo no quiero educarla desde pequeña con las estrictas normas y recataciones que arruinan infancias, quiero que su infancia sea feliz.

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Esas fue la promesa que Francisco hizo a su esposa y así la cumplió, dejo título y todo atrás para vivir en una cabaña en medio del campo con su hija.

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Catherine poseía una belleza arrasadora tenía su cabello castaño oscuro y ondulado su piel blanca oculta tras una capa de polvo que siempre traía por tanto jugar en la tierra.
Sus labios eran carnosos y rosados su nariz pequeña y fina sus ojos color miel y unas hermosas pestañas negras y largas, no cabía duda que se transformaría en una mujer de belleza extraordinaria.

Algunas veces miraba a su padre trabajar en aquel oficio que había adquirido, forjando espadas para los caballeros y herraduras para los caballos, era un gran herrero y ella lo admiraba, deseando aprender a hacer aquello que a el a pesar de todo le apasionaba.

La Duquesa Charlotte esposa de un duque Escocés y tía materna de Catherine, solía visitarlos cada cierta temporada reprochando a Francisco la forma en que este la estaba educando, alegando le que por muy hermosa que Catherine fuese nadie la tomaría por esposa por su mala educación.

- Ningún hombre de sociedad aceptaría a una mujer que se comportaba como hombre. - Le decía ella.

Francisco a pesar de todo se negaba a dejar ir a su hija, el trato de educarla lo mejor posible incluso le enseñó a leer, a ella le encantaba leer y así creció .

Abriendo su mente, mirando su mundo de otra forma y no como se la hacían querer ver, corriendo libre en el campo, el bosque y forjando el hierro como su padre.

Solía esconderse y ver a los caballeros entrenar mientras ella aprendía de vista practicando en el bosque todo lo que veía.

Ella era de todo, menos la dama que su tía la duquesa se empeñara que fuera.

Pero lo que nadie sabe y descubriremos juntos es lo que ella provocará en un hombre bastante poderoso.

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Bien Catherine será un manojo de sorpresas.
¿Que les ha parecido el Prólogo?

Dejen su voto y su comentario dejándome saber su opinión.

Por cierto pido una disculpa por los errores hortograficos, por general escribo por las noches y no reviso bien mis capítulos antes de publicar.

Pero trabajaré en ellos, para ofrecerles una mejor experiencia.

Catherine. El amor de Poseidón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora