Parte 22.

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Narras tú.

Nunca me había sentido tan humillada. Sí tan solo supiera porque hacen de mi vida un infierno, me odian y no les doy razón, ¿pero saben que? Cuando alguien te odie sin razón, dale a ese idiota una razon.

Me dirigí hacía mi habitación con mis ojos llorosos, junte todo el valor que tenía y tomé mi equipo de música, fuí hacía el jardín y puse la canción que bailé con Justin esa noche, así iba a reconocerme. El volumen estaba al máximo, la canción era lo único que se escuchaba en toda la mansión. Tenía la esperanza de que el iba a aparecer por esa maldita puerta. Justo cuando estaba por perder mis esperanzas ahí estaba él. Me miraba con cara de confusión pero a la misma vez con una de felicidad. Esto no estaba pasando, ¿de dónde saqué mi lado valiente?

-Eres tú. -Pude notar un pequeño brillo en sus ojos. Yo no hice nada, no moví ni un músculo de mi cara, no sabía que decir, tenía miedo de arruinarlo todo.- Por cierto, creo que esto es tuyo. - Buscó en el bolsillo de su chaqueta. Era mi mp3, en verdad lo extrañaba.

-Lo tomé y le sonreí en forma de agradecimiento, pero aún así no dije nada.

-De verdad lo siento, tú trataste de decírmelo y yo fui muy grosero contigo. -Agachó su cabeza, en verdad se veía arrepentido. De repente la levantó animádamente. -No puedo creer que all fin te encontré. -Mostró su hermosa sonrisa, sus dientes parecían perlas blancas.

-Sonreí nuevamente y cuando iba a decir algo mi cuerpo tembló por el frío que hacía en el jardín. Recuérdenme nunca llevar un vestido tan corto en estas ocasiones.

-Oh, disculpa, ¡ten! -Me tendió su chaqueta en mis hombros, se percató que moría de frío. ¡Que tierno! Odio lo tierno, pero si viene de él, no tanto. Hubo un silencio, no fue incómodo pero me hizo pensar.

-No es necesario que finjas que te gusto, ya he tenido suficiente caridad en mi vida.

-¿Y quién está hablando de caridad? Me he vuelto loco buscándote. -Hizo una pausa.- No pude dejar de pensar en tí, la forma en que nos movimos juntos.

-Miré hacía el suelo, este chico era el único que podía mover algo en mí, sin que pensara que todo esto era cursi. 

-Y entonces... ¿realmente piensas que soy totalmente besable? -Levantó una ceja.

-Reímos juntos. Es que en el vídeo de cuando yo era niña decía eso, entiérrenme. -¿Qué? 

¡No! Cuando dije eso era una niña... -Rodeé los ojos y reí bajando mi cabeza, me ponía nerviosa, muy raro en mi.

-Que mal, creí que yo era genial. -Sonrió, no era creído, sólo bromeaba y eso era lo que más me gustaba. -Sabes, sé que no te conozco mucho pero... Me gustaría salir algún día contigo, _________.

Por alguna estúpida razón sonreí. ¿Qué se supone que debo hacer?

-¡_________, ven acá niña! -Y como siempre, Violetta tenía que arruinarlo todo. Se escuchó su voz dentro de la mansión.

-El trabajo me llama. -Me saqué su chaqueta y se la entregué retirándome del jardín.

-¿No me vas a responder? -Preguntó antes de que cruzara por la puerta.

-Sí.

No es otra típica cenicienta. {Justin Bieber y tú.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora