Capítulo 1

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Esta historia es OmegaVerse y contiene Lemon, por favor tome sus precauciones.

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Era una tarde algo fría, el otoño recién empezaba y sentía un escalofrío recorrerle el cuerpo mientras esperaba -algo aburrido- a su amigo, en una de las bancas a las afueras de los gimnasios.

Tsukishima debía estar retrasado gracias a algunos omegas que de seguro le acosaban a la salida de la reunión con los maestros, como siempre.

Yamaguchi suspiró, no es que no estuviera acostumbrado a aquello, pero de tanto en tanto le resultaba bastante molesto, desearía que Tsukki simplemente no fuera tan popular. 

- ¡Hola Yamaguchi! -Oyó al pequeño sol naranja sentarse a su lado.

-Hinata. -Sonrió al ver a su amigo.
- Estás aburrido ¿verdad? Yo también lo estoy, esas estúpidas reuniones a las que tenemos que asistir me ponen ansioso.

En dichas reuniones los dividían por Alfas, Omegas y Betas.
Mientras que a los Alfas y Omegas les daban una catedra sobre sus roles, a los Betas simplemente les explicaban que hacer en caso de encontrarse en un apuro. Normalmente sus reuniones eran las más rápidas, por lo que esperar a que Tsukki saliera, se volvió una rutina. 

-Supongo que no tenemos de otra. -Volvió a suspirar.

Todo eso le parecía frustrante. Aunque no era el caso de todas las personas ni que oficialmente su género secundario definiera su estatus, detestaba que para algunas personas de mente cuadrada existía esa especie de jerarquía donde los Alfas eran los reyes y los Betas no eran considerados la gran cosa.

-Disculpa. -Era la voz de Tsukishima-. Te hice esperar mucho…

El pecoso levantó la mirada, no sabía a donde se había ido Hinata, pero ahora se encontraba sólo con el rubio, quien estaba de pie junto a él.

-Ah, no, está bien. -Sonrió-. Sé que a veces las cosas se ponen difíciles al final de tus reuniones.

Tsukki bufó, frustrado.

- ¿A dónde se fue Hinata? -preguntó cambiando de tema.

- Acabo de verlo correr hacia el salón donde estaba Kageyama.

-Oh… -Hinata siempre hacia esa clase de cosas cuando se trataba del armador.

Ese día no tendrían entrenamiento gracias a las famosas reuniones, así que nadie más se había acercado a ese lugar.

-Entonces, ¿vienes a casa? -preguntó finalmente el rubio con las mejillas rojas.

Yamaguchi sonrió abiertamente, tomando la mochila y empezando a caminar a su lado.

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La casa de los Tsukishima estaba vacía, los padres se encontraban de viaje por lo que estarían fuera el fin de semana y Akiteru tenía un trabajo misterioso que hacer en su universidad, así que ambos chicos podían estar juntos esos días sin ninguna preocupación.

Por supuesto, la madre de Yamaguchi no tenía ningún problema mientras el lunes ambos asistieran a la escuela.

Los dos chicos estaban en la habitación del mayor, uno sobre el otro besándose con desesperación, en esa cama que ya antes había sido cómplice de su aventura.

-T-Tsukki -gimió sintiendo las manos del rubio desabotonando sus pantalones.

Pero Tsukishima no escuchaba, concentrado en deshacerse de la ropa que les estorbaba, sólo podía pensar en lo que estaba a punto de hacer.

El pecoso soltó un gritillo de placer cuando sintió la húmeda boca del otro rodeándole en aquella parte tan íntima. Se retorció arqueando la espalda y sin mucha coordinación sólo pudo tirar de los cabellos rubios del otro, en un intento de profundizar el contacto.

Tsukishima no se quejó, amaba como Yamaguchi perdía el juicio de esa manera, así que jugueteó un poco con su lengua mientras miraba de reojo las reacciones que provocaba, se relamió un poco y besó la punta, para finalmente separarse.

-T-Tsukki -gimoteó, desesperado-. ¿P-por qué…?

-No es divertido si terminas primero y yo tengo que continuar sólo. -Sonrió, desabrochándose el pantalón también.

Yamaguchi separó las piernas, mirando con emoción como el otro terminaba de desnudarse. Admiraba cada centímetro de Tsukishima, como su piel pálida se enrojecía cuando lo tocaba, como sus ojos parecían brillar cuando decía su nombre y su usualmente ligero aroma a cítrico que se intensificaba cuando estaba excitado.

Seguramente ese aroma era más fuerte para los Omegas, si él podía percibirlo y le encantaba, no podía imaginar la tortura placentera que era para el resto.

¿Y por qué tortura? Porque Tsukishima Kei era un Alfa muy deseable, su padre Alfa y su madre Omega le habían heredado genes fuertes, físicamente era bastante atractivo, con unos hermosos ojos dorados al igual que su cabello, y un carácter particular, a veces insufrible, pero sin duda inteligente y sagaz. El Alfa que cualquier Omega desearía tener.

Y era precisamente por eso que era una tortura: porque ese Alfa, que en esos momentos se adentraba en él ahogando gemidos en su garganta, no miraría a nadie más que él.

Tsukki, su hermoso Tsukki, estaba enamorado de él, de Yamaguchi, un Beta que siempre había pasado desapercibido y que nadie nunca había esperado se convirtiera en un Omega, menos aún en un Alfa. Y había sido así desde que eran niños, desde que se conocieron y Tsukishima transpiraba la palabra Alfa por los poros, y Yamaguchi simplemente no entendía que le hacía diferente a la gente “genial” como él.

-A-Ahh… -Su voz temblaba sin poder contenerse más-. Tsukki-i…

Sentía a Tsukishima golpear dentro de él, en un punto que le parecía increíblemente placentero.

-No puedo más…

-Aguanta un poco, Tadashi. -Escuchó directo a su oído mientras las embestidas se volvían un poco más rápidas y violentas.

Realmente no podía más, era el efecto que causaba el movimiento de vaivén de la cadera del rubio sincronizado con la mano que le masturbaba. Repetía su nombre casi balbuceando y alternándolo con suspiros.

- ¡T-Tsukki! -gimió Yamaguchi cuando con un golpe profundo le hizo venirse.

Entonces el otro dejó salir un gemido ronco, sacando su pene rápidamente para colocarlo entre las nalgas del pecoso y continuar con un movimiento de estocadas más profundo e intenso, pero sin penetrarlo, para finalmente llegar también orgasmo.

Tsukishima detuvo sus movimientos, pero no podía dejar de eyacular, sentía el líquido caliente escurrir entre las piernas de Yamaguchi y de las suyas, con espasmos dolorosos recorrerle desde la columna vertebral hasta su abdomen.

Sus brazos temblaban, sosteniéndolo apenas, sin fuerzas.

-Tsukki -murmuró Yamaguchi apresurándose a atrapar el miembro hinchado del otro entre sus manos, para masajearlo con delicadeza, intentando alejar ese dolor. Mientras Tsukki chocaba su frente con la suya, mordiéndose el labio inferior. - Lo siento Tsukki…

- ¿Qué te he dicho sobre eso, Yamaguchi? -preguntó con dificultad.

Exhausto, se dejó caer sobre el pecho desnudo de Yamaguchi, acurrucándose inmediatamente, buscando su aroma en algún lugar en su cuello. El pecoso sonreía cuando esto sucedía, amaba ver a Tsukishima buscarle aún después de tener todo él.

Tsukki seguía con la respiración agitada y Yamaguchi sólo podía acariciar los cabellos rubios en un intento por relajarlo, la inflamación en su miembro disminuía desapareciendo el nudo gradualmente gracias a las caricias de su pareja y al fin lograba normalizar su respiración.

-Tsukki -murmuró con ternura-. Te amo Tsukki…

El más alto sonrió y le abrazó aún más.

-Y yo… -dijo finalmente.

Unos minutos más y el rubio ya estaba durmiendo, entre los brazos del castaño y con una casi imperceptible sonrisa.

Y era justo en ese momento que Yamaguchi estaba seguro de esos sentimientos.

No era cosa de Alfas y Omegas, el amor era amor sin importar que fueras uno de ellos o no.

Y hasta ese momento había sido así que, con esos pensamientos idealistas, habían logrado sobrellevar su relación. No necesitaba ser un Omega para ser la pareja destinada de un Alfa, bastaba con lo que tenían.

Y querían creer que así sería siempre.


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PFFFFF tengo tiempo queriendo subir este fic pero no había estado “listo”, mas bien pensaba que todavía podía mejorarlo, como toda la vida!!! Es como con un dibujo, no puedes decir “YA! ES PERFECTO!!” pero si no lo das por terminado puedes pasarte la vida entera “mejorándolo” xDDDD así que NO MÁS!!!

Tenía muchas ganas de hacer un OmegaVerse TsukkiYama, muchísimas ganas!!!  Hay algo en este genero que me genera mucha culpa y placer al mismo tiempo, y es que a pesar de mi lado racional y moral, me gusta que los personajes sucumban a sus instintos salvajes xDDD no puedo con eso!! Me hace sentir culpable y a la vez lo disfruto mucho!!!

En fin, espero disfruten esta historia, y que no resulte en un desastre. Les advierto!!! Será algo larga .-. como esas historias que tango me gusta escribir.

ÁmameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora