Sentía que me iba a desmayar del impacto al verlo así, estaba estática. Observo su cara de desagrado al percatarse de mi presencia. Cierro la puerta de un portazo y salgo corriendo por el pasillo y paro de golpe. Aun no sé si mi teléfono está allí o no. Llevo mi mano a mi frente y suspiro comenzando a volver a recorrer el camino hacia la habitación del Dios Griego. Toco la puerta levemente y espero una respuesta de su parte, mis nervios hasta este punto están a flor de piel por las sensaciones que me hace sentir, solo de pensar que su mirada pueda recorrer mi cuerpo me hace temblar. Me siento un poco mal al estar pensando cosas que no debo pero no sé cómo evitarlo, siento que el controla hasta esas pequeñeces.
Me aproximo a la puerta y pego mi oreja a está tratando de escuchar algún sonido que me diga que está caminando por la habitación pero solo logro escuchar los latidos de mi corazón. En eso siento como la puerta se abre y caigo de bruces al piso, al levantar la mirada veo a Alessandro ya vestido y con cara de Póker, se aleja para sentarse al lado de la ventana mientras me mira como pidiendo una explicación. Me levanto apenada al ser descubierta a tras de la puerta.
-Lo siento por lo de hace rato....- silencio absoluto- pase por aquí porque perdí mi teléfono y no sé si quedo aquí- dije un poco nerviosa mientras me agachaba bajo la cama y revisaba. Todo estaba impecable, busque detrás de la puerta, cerca donde se calló la bandeja y nada. Sentía su mirada observar cada movimiento que realizaba hasta que cruzamos miradas, me hacía pensar que él era el depredador y yo la presa más fácil de encontrar que se cruzaba por su camino, daba la sensación de que no tenía que estar allí. Con ese miedo que me infringía camine en automático hacia la puerta sin voltear a mirar sin ni siquiera despedirme, tan rápido como pude abrí la puerta y Salí. Al momento de estar afuera sentí que toda esa tensión fue desapareciendo poco a poco pero aun con los pelos de punta, espire como si estuviera conteniendo la respiración desde que entre a la habitación.
Si no es para menos siento como alguien toca mi hombro y doy un salto del susto- ¡Dina! Te he llamado cientos de veces a tu teléfono y pensé que te habías ido pero al llegar al estacionamiento vi tu carro así que me regrese.
- ¡DIOS SANTO ANTHONY! No me asustes así, un día de estos voy a morir por la sorpresa.
-lo siento. ¿Por qué estás tan pálida?-Preguntó con cara de preocupación.
Como le dices a tu amigo que acabas de ver a un hombre esculpido por el mismo Zeus, sin que sonara tan loco, y que no involucrara al paciente de la habitación 69
-Debe ser el cansancio. He trabajado sin parar- me dispuse a retirarme calladamente.
-Oye Dina. La abuela te estuvo llamando, quiere que la ayudemos un poco, con el proyecto.
-Bueno sígueme con tu carro. Por cierto, tengo que comprar otro teléfono, no sé dónde rayos deje el mio.
Dispusimos a dejar los autos en el estacionamiento del edificio y tomamos los ascensores hasta la planta más alta donde se encontraba el apartamento que compartía con la abuela, al poner un pies fuera de este vi como el piso lo veía más cercano, comenzaba a desvanecerme. El dolor que sentía era como si me dieran un golpe en toda la frente de la cara y dejaran su mano en esta presionando con la misma intensidad que el golpe inicial, en ese momento siento las manos de Anthony rodear con delicadeza mi cintura y sostenerme como si fuera la cosa más frágil que haya tocado sus manos, al sentir su cercanía me alejo y trato de salir completamente del ascensor.
-No seas tan terca Dina. Sostente de mí. Déjame ayudarte- Me envolvió con un brazo y paso uno de los míos por su cuello para más estabilidad y me ayudo a entrar al apartamento dejándome recargada en el sofá de la sala
ESTÁS LEYENDO
Tú, Mi Pesadilla.
Roman d'amourClaudia Esquivel es estudiante de medicina, la vida la ha tratado a la patada, tropiezos tras otros pero siempre logrando levantarse para poder cumplir sus sueños el cual es ser Médico. Unos de sus muchos trabajos para mantenerse es ser asistente e...