XI

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8 de enero del 2002. Atlanta, Georgia (E.E.U.U.)

Todavía mantenía la mirada fija en el monitor de su ordenador, cuando Joe Hamilton terminó de leer la última línea. El ya sabía la historia de los españoles, de Moctezuma y todo eso; además, ¿en que me atañe todo esto a mí? -pensó-. Más bien, le parecía el típico relato anti colonizador que muchos activistas de Estados Unidos utilizan para luchar contra intereses comerciales norteamericanos en México. Era muy tarde y estaba agotado, alguien le había gastado una broma pesada, y de muy mal gusto, haciéndose pasar por esa infeliz a la que habían ejecutado. Terminó su copa y decidió dormir.

Tenía la boca seca y no había conseguido descansar; encendió la luz que estaba en su mesita de noche, atestada de libros de derecho penal y de una biografía de Charlton Heston. Al iluminarse su cuarto, notó por el rabillo del ojo un fugaz movimiento. Giró súbitamente la cabeza y su expresión cambió de tal forma, que un risita ahogada se escapó de quien estaba a su lado. Intentó gritar; pero el miedo había paralizado todas sus funciones básicas, incluso respirar le parecía insoportable. Sentada en su cama, estaba Alma Echegaray, mirándolo fijamente y con cara burlona, se presentó.

– Buenas noches gobernador, espero que el sueño haya sido reparador.

– ¿Quién eres? –acertó a pronunciar.

– Ya se lo dije, tenía algo importante que contarle. Esperaba que hubiera entendido mi historia, pero veo que no. Veo que no ha entendido nada. Yo soy Azaak, también soy Alma Echegaray. He tenido muchos nombres a través del tiempo, pero siempre he sido la misma; Soy la madre naturaleza, la Pachamama, soy el sol, la luna, soy todo lo que hace que este planeta viva. Y si le conté esta historia, era simplemente para que viera que los verdaderos americanos no son ustedes, sino todos esos pueblos que fueron colonizados, y también para que comprendiera que ejecutar a alguien va en contra de la Naturaleza y ¡yo soy la Naturaleza!, y este tu juicio...

AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora