Con 400 españoles y apoyados por los tlaxcaltecas, Cortés decidió el asedio a Tenochtitlan y así, durante 80 días y 80 noches, los aztecas vieron como su resistencia disminuía a causa del hambre y de un arma con la que ningún bando contaba: los virus. En efecto, sin proponérselo, Cortés había traído enfermedades comunes en Europa que sin embargo resultaron mortales para los aztecas; una simple gripe diezmaba las fuerzas e incluso mataba a cientos de aztecas.
Miles de ellos perecieron, pero antes de que Tenochtitlan fuera finalmente conquistada, Azaak lanzó este grito de rabia e impotencia al ver destruida tanta belleza...
