Siempre fuiste Tú

Capítulo 25 "Sonrisa maliciosa"

Terminó la llamada que lo había mantenido casi una hora ocupada, vio su reloj y rogó que su novia por fin estuviera lista. Llevaba alrededor de una hora y media siendo peinada y maquillada, los estilistas tenían invadido su habitación por eso decidió esperar lejos del caos.
Subió las escaleras de dos en dos y tan pronto entró a la habitación se dio cuenta que ya no había nadie, al parecer ya se habían ido mientras él atendía esa larga llamada.

— Char... ¿Amor ya estás lista? — escuchando el resonar de sus zapatos saliendo del vestidor, dio media vuelta y tuvo que apoyarse en la pared para no irse de espaldas.

— Si, ya podemos irnos — respondió ella colocándose los pequeños pendientes de diamantes que apenas y se veían.

Esa mujer un día lograría matarlo, ese vestido - si es que así se podía llamar- era más escote y transparencias que vestido. El color negro resaltaba con su delicada piel de porcelana y su sonrisa ladeada le daba a entender que sabía que era lo que estaba pensando...y si, no es que fuera un básico cavernícola que solo pensara en sexo, pero es que en ese momento solo le provocaba quitárselo y hacerla suya toda la noche.
Se acomodó el corbatín, por una extraña razón el aire le empezaba a faltar y cuando ella se acercó lentamente hacia él supo que estaba a nada de caer en tentación. La prueba de eso estaba en sus pantalones, lo excitaba a mas no poder y lo provocaría toda la fiesta, la conocía bastante bien.

— Bueno me dirás algo o estás pensando en la manera de quitarme el vestido y no ir a la gala— sus descaradas palabras hicieron que volviera a la realidad y saliera de sus pensamientos.

— Exactamente en eso estoy pensando — reconoció él rodeando su cintura y apretándola contra él — en quitártelo y en hacerte gritar toda la noche mi nombre.

— La noche es virgen cariño — susurró en su oído antes de apoderarse de sus labios tomándolo por sorpresa.

Era hábil a la hora de seducir, de eso no tenía duda y amaba la pasión que le ponía a todo lo que quería. Se separaron cuando el aire empezó a faltar y con una sonrisa pícara limpió sus labios que muy seguramente estaban pintados con el carmín del pintalabios de la castaña.

— Solo me falta esto — le entregó la caja de terciopelo negro y al abrirla se encontró con el collar que hacía unas noches le había regalado — ¿me lo pones? — preguntó ella con auténtica ilusión y un hermoso brillo en sus ojos.

— Será un honor hacerlo — respondió él tomando la joya entre sus manos. Ella alzó su cabello y con cuidado cerró el broche del collar, Charlotte dio media vuelta y se mordió el labio nerviosa — Te ves hermosa Char — acaricio la suave piel de su mejilla y uniendo sus frentes suspiró — No se vería mejor en nadie más que en ti.

La miró y una ola de emociones lo inundó, se estremeció y supo que en esos ojos podría perderse, ahogarse y hasta morir.

— ¿Me amas? — su pregunta le extraño y asintiendo con vehemencia rozó sus labios con los de ella.

— ¿Que si te amo?...antes de conocerte no sabía lo que era mirar a alguien y sonreír sin ningún motivo — su respuesta pareció responder a esa pregunta que para él era tonta, ¿Cómo podía preguntarlo? , no sólo la amaba, la adoraba y daría la vida por ella de ser necesario.

— Eres un romántico.

— Lo sé — arqueó sus cejas y moviéndolas de arriba a abajo consiguió que ella soltara una carcajada.

— Mi romántico pervertido — susurro contra sus labios.

— Si, solo tuyo.

Besó su mano antes de entrar y buscó sus ojos para asegurarse que todo estaba bien, se dispusieron a entrar a la gran recepción preparada por los Ricks, todo era lujo y excesos justo como a ellos les gustaba.
Vio a su hermana bajar por las escaleras de la mansión acompañada del bueno para nada de su marido, sus miradas se cruzaron pero rápidamente centró su atención en la preciosa mujer que tenía a su lado. Caminaron de la mano adentrándose en la fiesta, tomó dos copas de champaña ofreciéndole una a ella y tomando él otra, todo iba bien hasta que Adam apareció tensándolo.