Capítulo 31 "Rehabilitación en Suiza"

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Sinceramente no entendía el por qué tenía que quedarse en casa cuando podía estar trabajando. Andrew había salido a quien sabe dónde, no quiso decirle mucho y se despidió antes de que pudiera sacarle más información.

Recién había tomado una ducha, se había colocado un pantalón negro que se ajustaba a sus piernas y un suéter de lana rojo que le quedaba grande pero ella los amaba porque podía perderse en ellos. Se peinó el cabello frente al espejo, lo dejó suelto y todavía húmedo para finalizar colocando algo de color en sus labios y mejillas.

Sintió el motor de un carro apagarse y asomándose por la ventana supo que era él. Bajo las escaleras de dos en dos aún descalza y tan pronto se abrió la puerta fue a lanzarse a sus brazos pero se detuvo en seco al ver a su pequeño al lado de él.

— Hola tía Char — saludó el pequeño tan pronto llegó a su lado.

— Mi amor — tomándolo en brazos lo lleno de besos — me hacías mucha falta pequeño.

— ¿Oye y para mí no hay saludo? — dijo el castaño haciéndose el ofendido.

Caminó aún con el niño en brazos hasta él y unieron sus labios por unos largos segundos; a Jacob le pareció gracioso agarrar sus cabezas y no dejar que se separaran.

Era una hermosa escena y rogaba por que pronto pudieran estar así los tres todos los días.

— Vamos a tu cuarto tío Andrew — dijo el pequeño jalando de sus manos — pero apúrense que quiero ver pelis.

— Ya vamos desesperado — replicó Andrew entre risas.

Se recostaron en la cama mientras Andrew iba por algo para tomar, Jacob ya se había acabado la bebida que habían subido junto a las palomitas y había insistido hasta el cansancio de que quería otra. Veía la película con el pequeño recostado sobre su pecho, lo abrazaba mientras aspiraba su olor y besaba su cabello atesorando ese momento.
Lo sintió darse la vuelta y sentándose frente a ella cruzado de piernas suspiró, le sostuvo la mirada y como si tratara de un adulto le dijo que necesitaban hablar.

— ¿Y de qué quieres hablar mi amor? — acarició su mejilla mientras lo miraba con ternura.

— De ti — respondió muy serio.

— ¿De mí? — preguntó aún sin entender y el niño asintió.

— Si, yo escuché al tío Andrew hablar con tus papis— se detuvo y suspiró — escuché que habías estado enferma y que necesitabas ir a Suiza a ponerte mejor.

— ¿Yo enferma? Pero si estoy bien mi amor — se le encogió el estómago de solo pensar en cómo su hijo se había enterado de eso.

— No, tus ojos no dicen eso — acunó su cara entre sus pequeñas manos. El corazón se le quería salir del pecho, creía que había olvidado como respirar de forma normal y estaba a punto de echarse a llorar — tus ojos están tristes tía Char y yo no quiero que ya no sonrías como antes.

— Pero mi amor te juro que estoy bien — mintió en cuanto pudo deshacerse del nudo que traía atravesado en su garganta.

— Si vas a ese lugar, te pondrás bien o eso escuché que dijo el tío Andrew — jugó con sus dedos nervioso, ella lo detuvo y se encontró con su mirada — por favor Char ve a ese lugar , ¿si?

— Cariño yo...

— Por mí — replicó insistiendo una vez más — ¿Lo harías por mí?.

Su corazón de madre no podía negarse, no a él que se lo estaba pidiendo de esa manera, desde el corazón. Trató de contener las lágrimas pero fue en vano, las limpio rápidamente y curvó sus labios regalándole una sonrisa, tomó aire y finalmente asintió. Se recuperaría por y para él, su razón de vivir y por el que hacía todo ese gran esfuerzo.

Siempre fuiste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora