Capítulo 11: Punto límite.

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Hubo un profundo silencio por parte de todos en el lugar, confuso ante aquello que el profesor pareció haberles ocultado, una parte importante del plan que parecía solo le había dicho a Berlín, solo que el no era el único en saberlo. El primero en hablar fue Moscú, mientras los demás trataban de procesar la información, sin entender por que esconderles una parte del plan.

-El profesor no dijo nada de eso.-Moscu alzó la voz, mirando a Berlín como cada persona en la habitación.-¿Que es el plan Chernobil?.

-Si todo sale bien, nunca llegareis a saberlo, así que por favor tengamos un poco más de paciencia.-Afirmó Berlín, mientras Tokio se acercaba unos silenciosos pasos, sin quitarle la mirada de encima, entonces el mayor compartiendo una mirada con Samara.-Ahora si me disculpan, voy a ir a descansar.

-Denver...-Intentó detenerlo la pelinegra cuando lo vio pararse del sofá y caminar a la puerta en cuanto Berlín salio, bajo la preocupada mirada de su padre, tomando una profunda respiración antes de salir en búsqueda de su amigo, quien dio furiosas zancadas antes de detenerse en un desolado pasillo.

-¿Tu sabías de eso del síndrome de Estocolmo?.-Preguntó una vez se detuvo, y Samara lo miró en silencio.

-Si, si sabía de eso, es algo que te enseñan en caso de tratar con pacientes que fueron parte de un secuestro.-Musitó asintiendo, y con desesperación el de ojos azules paso sus manos por su cabello, un sentimiento que le dolió a ella saber que tenía.

-¿Tu crees que lo mío con Monica sea lo del síndrome?.-Su voz sono casi asustada al preguntar, y Samara pudo notar cuanto le importaba aquella mujer, aunque la pregunta no era esa, la pregunta era saber que era lo que sentía Monica en realidad.

-No puedo saberlo Denver, lo que si se, es que ella no se comporta contigo como debería, que he atendido mujeres con el sindrome luego de ser secuestradas, el miedo sigue ahí, en el fondo de sus ojos, y no veo eso en Monica.-Respondió acercándose un paso, intentando calmar su mente acelerada.-Solo trata de calmarte, que ninguno aquí es psicólogo para determinar si lo que siente por ti es real o no. Eso tendrán que averiguarlo ustedes.

-¿Tu y Berlín?.-Preguntó respirando con más calma Denver, al cabo de unos momentos en silencio.

-Berlín y yo.-Asintió la muchacha, y al ver una pequeña y contenta sonrisa en su boca, Denver la abrazo por los hombros, teniendo cuidado con su herida.

-No diré que es un bastardo o un gilipollas, que eso ya de seguro lo sabes, solo te diré que si te rompe el corazón, yo le tiro los dientes.-Soltó con una risa, haciéndola reír con el, por que aquello sonaba como la amenaza de un hermano al novio de su hermanita pequeña, lo que en sus corazones podía ser cierto.

Por que aunque no tenían la misma sangre, así se sentía ella junto a Denver, y Moscu, con ellos sentía la calidez de la familia que le hacia falta, y tanto Denver como Moscu le habian cogido cariño en esos cinco meses juntos, y por ello, ninguno quería que le ocurriera nada malo al otro.

-Se lo diré.-Asintió ella sonriendole, y Denver le sonrió también antes de poner un beso en su frente y marcharse, entonces cada uno buscando a la persona que querían, Samara entrando en el despacho que ahora era de Berlín, permaneciendo bajo sus ojos castaños unos instantes.

-Te estabas tardando.-Le dijo, y ella se acercó, recostándose en el escritorio frente a el, apoyada en la madera al posar sus ojos en los suyos mientras el permanecía sentado en la cómoda silla de cuero.

-Estaba con Denver. Que me ha dicho que si me rompes el corazón, te va a tirar los dientes.-Sonrió al decir, y Berlín alzó las cejas en gesto interrogante antes de sonreír también.

Play with fire. [La Casa de Papel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora