Capítulo 13: Pasado.

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Al salir de la habitación, Samara tomó una profunda respiración, sintiendo el dolor de su brazo crecer tanto como el de su corazón, y aunque había uno que podía reparar, no estaba tan segura de poder hacerlo con el otro, entonces y sin mucho que hacer yendo a su lugar con los rehenes, intentando darle el descanso que necesitaba a la herida, sin embargo el dolor fue empeorando, hasta casi ser insoportable cuando ella comenzó a quedarse dormida, demasiado cansada para seguir despierta.

Entonces su cabeza cayó contra el suelo al perder la consciencia, causando las exclamaciones sorprendidas de los rehenes, Fernando tomando su cabeza, viendo la sangre que caía en el suelo mientras la rodeaban preocupados y sorprendidos.

-¡Necesitamos ayuda!.-Gritó avisándole a los secuestradores, y Denver se acercó confusamente, alterandose al ver a su amiga en el suelo.

-¡Joder!, ¡Berlín!, ¡Nairobi!.-Gritó bajando las escaleras con rapidez, y ante los gritos, los atracadores se acercaron, los ojos castaños viendo a la muchacha pelinegra en el suelo, su corazón apretándose, y antes de que Berlín pudiera acercarse un paso, Nairobi cruzándose en su camino.

-Espera Berlín, que los rehenes no pueden verte con ella.-Lo detuvo Nairobi, y Berlín tuvo que apretar las manos para no salir detras de ellos, viendo con impotencia como Denver la alzaba en brazos y subía las escaleras con Samara.

En cuanto estuvieron fuera de la vista, Berlin la tomó de los brazos de Denver, llevándola a su despacho, recostandola ahí y abriéndole el traje rojo cuando notó las gotas de sangre traspasar la tela, la misma que cubría todo el vendaje, entonces tocando su frente ardiendo.

-Samara, cariño, ¿Me oyes?.-Preguntó tomando su rostro en sus manos, y sus párpados apenas se movieron.

-¿Mm?.-No pudo alzar más la voz, sin volver a responder a la voz alterada de Berlín.

-Tiene fiebre.-Soltó a Nairobi, y ella se puso a su lado, abriéndole el vendaje, viendo con horror las marcas rojas en su piel, y la sangre que no paraba de caer.

-Joder. Que le dije que se le abrirían los puntos.-Nairobi musitó, y Denver entró con el kit que el profesor les habia dado, entregándoselo a la mujer.

-Ve a ver a los rehenes Denver.-Dijo Berlín, y el dudo un preocupado instante, al cabo de unos momentos siguiendo la orden.-Se le ha infectado.

-Si, bueno creo que no estaba entre sus preocupaciones cuidar de una herida. Cuando estaba demasiado entretenida intentando que no se mataran entre sí, y que no te pegaran un tiro.-Murmuró la pelinegra, sacando las cosas necesarias para curarla, por un segundo haciéndole sentir culpable, Berlín ayudandole a quitar la sangre, y limpiar la herida antes de volver a ponerle los puntos, entre sueños la pelinegra quejándose.

Berlín acarició su cabello en cada espasmo de dolor, sosteniendola mientras Nairobi terminaba de cerrarle la herida, y le ponía las vendas, pidiéndole a Helsinki los antibióticos, e inyectandoselos en el brazo para que hicieran efecto más rápido, sacando de aquellos que le habian dejado los médicos en su visita.

-Vale, eso debería ser suficiente. Pero habrá que vigilarla.-Afirmó Nairobi quitándose un molesto mechón de cabello de la cara, y Berlín asintió mientras se dirigía a la puerta.

-Yo lo haré.-Dijo cuando estaba a punto de salir, y cerrar la puerta, volviendo a hablar, y decir esas palabras que pocas veces escapaban de sus labios.-Gracias, Nairobi.

-¿Que hacen despiertos tan temprano?.-Preguntó confusamente la muchacha de ojos azules, frunciendo el ceño al acercarse, una manta sobre sus hombros.

-Miramos las estrellas.-Respondió Moscu con sus brazos apoyados en el balcón, y ella asintió, sentándose en el borde, y alzando la mirada al cielo de madrugada.-Venga, ten cuidado, no vayas a caerte.-Le soltó preocupado, y ella sonrió levemente, por que jamás escuchó a su padre hablarle en ese tono tan calido.

Play with fire. [La Casa de Papel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora