Capítulo 3 - Aliens.

565 59 4
                                    

No podía ver nada, tal vez se debía a que tenía el cuerpo entero sedado. Aunque sin embargo, me dolía como si me hubiesen pegado puñetazos por todos los costados. No quería saber lo que me habían hecho. Notaba la cama relativamente blanda bajo mi espalda, aunque eso no calmaba la sensación de estar acostada entre pinchos.

—¡Estúpida mutación azul! —escuché gritar a alguien de manera estrambólica como un eco en mi cabeza, el oído me dolía a horrores—.¡¿Qué hacías dejando a la humana entrar en nuestra base?! ¡Y tú! ¡Jenkellow! ¿Por qué las puertas estaban abiertas, olvidaste cerrarlas a tu hora de siempre inútil?

La persona seguía hablando pero emepecé a escuchar murmullos sin sentido ni coherencia, excepto cuando habló Nelson, sí, incluso poniendo voz de hombre firme podía reconocerle.

—Ya avisé sobre que no iba a poder impedirle ir a un lugar en el que ella quisiera entrar —dijo él añadiendo un tono de rabia que hasta ahora, nunca había escuchado—. Soltadla de una vez y terminemos con esta estúpida...

Dejé de escucharle, dijo algo más pero le cortaron la voz más murmullos inhaudibles.

—Es probable, tal vez por eso siento esta sensación cada vez que la observo en persona, aunque eso ya lleve haciéndolo a escondidas a través de una pantalla, es como si volara por el espacio entre las estrellas sin nave espacial.

No distinguí si eso fue la voz de Nelson o de la otra persona, pero me hizo abrir los ojos al instante. Era como ver bajo el agua; formas extrañas de un color oscuro miraban en mi dirección con sus extraños ojos.

—¡La hu_ana ha des_per__do!
—escuché entrecortadamente los gritos de las personas que me rodeaban en la habitación blanca en la que me encontraba.

—¡Vol_ed a d__rmirla! —dijo otra voz a gritos que me hacía mas daño al oído.

Mi sentido auditivo estaba dañado por culpa de esa dichosa alarma, y había un pitido de fondo que no dejaba de martirizarme. La cabeza me iba a explotar, tenía la sensación de que me la estuviesen presionando por los costados muy fuertemente, solo que en realidad no había nada que lo estuviese haciendo, era dolor de cabeza.

Aún seguía viendo borroso, pero pude ver como Nelson me cogía en brazos de la camilla donde estaba acostada (atada a aparatos extraños médicos) haciendo que gritase de dolor en cuanto me levantó, para luego salir corriendo por varios pasillos largos que se bifurcaban a izquierdas y derechas, aparentando ser un laberinto sin salida. Hasta que al rato, vi la luz exterior. Nelson siguió corriendo a toda velocidad hasta asegurarse de que ninguna de esas personas nos seguían, y me dejó sentada en un descampado donde solo había césped.

—N-nel...son... —conseguí decir con la voz ronca—, ¿q-qué...me...pasa?

Nelson se sentó a mi lado y el pitido en mi oído desapareció. ¿Qué narices tenía este chico de especial para eliminar todo lo físicamente perjudicial en mí? Podía verle la cara, podía volver a ver. El oído y el cuerpo dejó de dolerme.

—Tu cuerpo ha recibido demasiados sedantes, no conseguían dormirte del todo y creo... que te drogaron con medicamentos.... que anulan tus poderes, haciendo que te duela todo... Son creados por ellos mismos —me contestó él jadeando.

No dije nada hasta que noté que se me pasó del todo el dolor de cabeza junto con los malestares que notaba por cada parte de mi cuerpo.

—¿Por qué me tuvieron allí retenida?

—Hay muchas cosas que no sabes Janís, nada de lo que crees que está pasando es cierto —me dijo él con voz seria por primera vez desde que le conocí.

Más allá de las estrellas: El Poder De Estar Juntos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora