Más allá de las estrellas: El Poder De Estar Juntos.

Capítulo 4 - El juego de las verdades.

Pensé que Nelson se iba a lanzar a besarme por tercera vez, pero solamente me abrazó fuertemente.

—¿Sabes algo Janís? Ahora mismo me gustaría no soltarte jamás.

Otra vez, más mariposas.

—LLevo observándote desde que eras una niña, y siempre te he admirado, no solamente por tu capacidad de ver todas esas cosas, sino por como has sido capaz de llevarlo adelante tu sola sacándoles beneficios —al detenerse un momento deducí que estaba sonriendo—, y si hablamos de tu personalidad... eres algo maravilloso Janís.

Si Nelson no notaba mi corazón dando martillazos en mi pecho como un carpintero, es que debía estar hecho de titanio.

Como parecía que me iba a solapar a su cuerpo si no me soltaba, me aparté para mirarle.

—¿Puedes explicarme detenidamente que mierda está pasando en este mundo de locos? —le dije cruzándome de brazos e ignorando mi sonrojo.

—Janís el mundo siempre estuvo lleno de locos, y tienes que salir de aquí, porque este no es re-

—¡Se acabó tu momento Huffel! —le cortó el alien eliminando la barrera disparando después de varios intentos—¡Nos llevamos a la terrícola!

—¡Quieto! Te propongo un trato —dijo Nelson poniéndose delante de mí, justo antes de que el alien chasqueara los dedos para hacer alguna estupidez con su magia—. Juguemos al juego de la verdad, si ganamos Janís y yo, la dejarás libre en la tierra y ninguno de nosotros tendrá el derecho de tan siquiera tocarla o observarla, si ganáis vosotros... es vuestra, junto con mi vida.

—¿Me estás vendiendo metiéndote a ti también? Lo que yo digo, idiota —le dije yo entre dientes al escuhar lo último, intentando no gritar muy alto.

—Mira quien se preocupa por mi ahora —me dijo Nelson sonriendo y mirándome de reojo—. Si tú mueres, yo muero, my lady  —añadió en un susurro para que solo lo escuchara yo.

Conisguió que me quedase mirándole con la boca abierta a punto de echarle la bronca por llamarme my lady, pero la cerré sonriendo y negando con la cabeza pensando en que un idiota me hacía sentir cosas extrañas por todo el cuerpo, era algo así como mariposas que viajaban de un lado a otro, empezando en mi pecho y bajando a mi estómago, en forma de cosquilleo.

—Está bien, ser avanzado —me pareció que eso lo dijo en un tono de burla extraño—, así la humana dejará de hacerte esas insulsas preguntitas a cada rato.

Miré al alien con confusión, preguntándome cómo él sabía que siempre le hacía preguntas a Nelson.

—Sí niña, sabrás la verdad, de eso va este juego.

¿Niña? Según lo que me contó mi madre, los demonios la llamaban así porque sabían que le fastidaba. Las locas historias que me pasan parece que vienen de familia.

Después de decir eso chasqueó los dedos y el descampado se convirtió en un tablero de ajedrez pero sin piezas. En el borde de cada cuadrado, empezó a elevarse un muro que iba formando un laberinto gigantesco por todo el lugar.

«¿Qué mierda de ajedrez manipulado es este?», pensé sin decirlo en alto por lo sorprendida que estaba.

—Bien, estas son las reglas Janís
—dijo Nelson como si me hubiera leído la mente—; hay 10 botones rojos expandidos por todo el laberinto, 5 son preguntas falsas, es decir, no tienen que ver con las preguntas que tienes que responder de verdad. Si deduces que una es falsa no respondas en 30 segundos, si la respondes te grabarán con una psitola láser un -1 en la espalda (créeme duele y no es agradable), sabrás si una es falsa por el tono de voz en la que te lo pregunten y por lógica supongo
—suspiró sin cansarse de mirarme fíjamente—. Los otros 5 botones, son las preguntas de verdad, si las fallas te harán lo del menos uno, si las aciertas, te eliminarán si tienes algún -1, y si tardas más de 30 segundas en contestar, se marcará incorrecta.