Limosnero de cariño

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 ¡Atención!

Este capítulo contiene escenas eróticas heterosexuales y homosexuales. Si no se desea avanzar con la lectura puede hacerlo, pero aun así es necesario para el desarrollo de la historia.

Capítulo 4
Limosnero de cariño


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

NERUDA. POEMA 20, FRAGMENTO



I

En el instante en que Roronoa Zoro captó su atención, el sujeto decidió confesar su destino.

—No me haga mucho caso. Aunque es muy cierto que puedo ver el destino de todas las personas que se encuentran en este lugar, pero me ha sucedido un millón de veces en que las visiones que se hallan en mi ojo cambian. No son demasiado acertadas. Porque a veces se borran de la noche a la mañana. Si supiera en las situaciones por las que me he metido. Son todo un embrollo. —le dijo cuando dio otro trago a su botella de sake.

El muchacho al oírlo no dijo nada, por el contrario, intentó encontrar al cocinero con la mirada. Escrutando hondo en el revoltijo de la multitud, pero la voz grave del desconocido lo interrumpió.

—No es mi deber decirle. Yo nunca lo hago. Me hace sentir devastado, pero usted me ha caído muy bien, no se imagina cuánto. Por eso debería oírme y prestarme atención. Sino podría costarle algo muy importante. —murmuro, acercándose más al hombre. Inspeccionando cualquier expresión de desconcierto reflejada en su mirada. —Alguien interferirá en su camino, alguien muy fuerte debo decir. Tan temeroso estoy que me es imposible identificar su nombre. Hay tantas partes sin terminar, muchos atajos con vía a horripilantes precipicios. Hasta por la fiereza de su alma casi pase por alto una flama hermosa y chispeante. Me imagino que pertenece a algún amor. Un amor de dos, o tal vez de ese intruso, posiblemente un traidor.

Con un latido potente del corazón, Zoro  sintió un tirón sofocante provenir de su pecho. Otorgándole más aun las ganas de salir y encontrar al cocinero. Porque la voz era totalmente cierta. Él contenía el papel del traidor.

En seguida se levantó apenas con una razón no probable para atacar a su compañero de tripulación, sin embargo, el tipo rizado también se puso en pie y lo agarro bruscamente por el brazo.

—Deténgase —replico, ejerciendo más la presión que yacía entre sus dedos —Es imposible acercarse a él en estos momentos, no se lo perdonarían. Pero si confía en mi, le diré de una venganza mejor que la propia muerte.

Apartándose de la tensión rígida como cuerdas atadas con agujas, Zoro se contuvo; para después dejarlo proseguir.

—El corazón, Roronoa. —murmuro el hombre  —Es inútil encomendarse a un ángel de la muerte, si es instantánea, si no se sufre, ni se llora, ni se siente. En cambio, el corazón es tan débil y vulnerable que vuelve indefenso hasta al más rudo de los hombres. Les corta las venas para vivir.

—Eso es estúpido —respondió el espadachín.

—Se nota que aun eres muy joven, muchacho. Claro que funciona, aunque no es lo típico si lo digo así. Es mejor el desprecio cuando se hace por ti mismo. Por tu cuenta, por un amor patético por el cual tú seas el merecedor de tener un rostro divertido al aplastar sus sentimientos.

Mi espadachínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora