Mi amada

521 49 85
                                    

Capítulo 7
Mi amada


“Prefiero morir ahora que
prolongar muerte si no
tengo tu amor”.

WILLIAM SHAKESPEARE



I

Al cabo de dos o tres minutos, Sanji supo una verdad que probablemente podría dejarlo más que destrozado. En ese momento menciono una de las cosas que siempre afirmo desde sus adentros.

No podía ser un egoísta.

Debía dejarlo ser feliz.

Es por esa razón que ambos terminaron rendidos. Los ojos del cocinero se cerraron lentamente y su cuerpo tembló por la frialdad del suelo y del viento. Es más, prefirió ignorar ese lamento que le pedía alejarse para evitar salir lastimado, pero a él no le importaba eso. Recordando haberse dicho que el amor se trata de una extraña magia de constante sufrimiento.

¿Por qué tenía que amarlo a él ¿por qué tenía que amarla a ella?

Sin lugar a duda, presintió, a lo lejos; un dolor que se fusiono con el aire, por lo que miro hacia arriba directo a las estrellas. Por tal motivo se mantuvo quieto bajo el pecho ardiente de Zoro. Le pareció de repente una escena terrible, es posible que por la curiosidad que provocaron sus sentidos no dejo de contemplar la marea en movimiento. La persiguió por unos segundos hasta que creyó haberla perdido. Sin embargo, mientras los dos seguían divagando en sus pensamientos un ave voló en dirección al norte. Sus alas desplegaron con fuerza para seguir con su extenso viaje. Fue así como poco a poco emprendió con intensidad el vuelo alejándose cada vez más. De hecho, atravesó la bruma de las nubes cortándolas como una espada, dio varias volteretas sin siquiera detenerse en el lugar alejado que había logrado llegar. Una nube grisácea tapó las estrellas del cielo provocando un profundo estallido de una tormenta. Tiempo después, aproximadamente un cuarto de hora de larga espera contemplo con sus ojos rojos a una especie de silueta de un dragón emergiendo de las tinieblas a las orillas de una isla. Es por eso por lo que al escuchar el rugido de un arma se acercó con sigilo, posándose finalmente en la barandilla del barco. Cuando uno de los tripulantes pudo distinguirlo corrió para tomarlo entre sus manos. Luego lo sujeto con delicadeza y le permitió descansar sobre uno de sus hombros. Al oír abrir la puerta del camarote el dueño giro de inmediato su rostro topándose con su vice capitán.

-Jodida mierda... Hajime, ¿la has visto?

El hombre se enderezó con firmeza para empezar a dirigirle la palabra, sostuvo a su fiel amigo y le respondió:

-Menuda pija que te cargas, de seguro no le has dicho al capitán. Aunque si no le dices me temo que tampoco podrá escapar muy lejos. Acaso no los habéis visto. Fudo y Eiji la terminaran por devorar. Ni joda, mierda absurda es la que podrían llevarse si le tocan un pelo. Ryu-sama podría enloquecer. -alzándolo para elevarlo hacia las velas, el cuervo abandono un par de plumas negras. Hajime lo impulso por último para hacerse de una vez con su Katana. -Ni te preocupes, Mito. Sakura-nee ¿a dónde podría ir?

Una sonrisa apareció en los labios finos de la mujer, después dio media vuelta al compás de una débil respiración. No obstante, apareció un puñado de piratas saliendo de los camarotes. Mito suspiro con pesadez por el desorden. Uno de ellos soltó la advertencia acerca de que la chicuela era muy escurridiza. Pronto, con el ambiente más tranquilo, apareció uno de los oficiales de la tripulación, pero se esfumo esa amena esencia cuando miraron detrás, como petrificados, a su capitán.

Mi espadachínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora