Vale la pena decirle cada mañana mis inquietudes o recostar mi alma sobre su cuerpo cada noche.
Si no se qué marcas lleva bajo su vestir.
Si no se distingir sus miras de simpatía o codicia.
Si no sé distinguir el dolor en sus besos.
Si no se como amarla o mirarla sin contemplarla.
Si entenderá mi locura las noches de desvelo en donde escribo los más hermosos versos.
Entenderá que en mi percepción sólo me complacen sus ojos.
Si compartirá mis bailes sobre la mesa para comer en el baño.
Si no reconozco su llanto por las noches, no me imagino que arte es su vida.
Si vale la pena llorar a escondidas mientras las lágrimas decoran su ropa.
Si alcoholizado te digo cuanto te amo y te recito cantando las canciones más inmundas.
Y si te grito bajo los aviones cuanto te amo,
el más grande árbol lloraría.
Porque imagino cuanto desprecio tendrás al saber cuanto te pienso.
Pensamientos inmundos que huelen a kilómetros.
Porque no importa cuanto deje mi cuerpo sobre agua, mi alma hiede.
