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Era de madrugada, casi todos dormían, menos Tony, él estaba entretenido con alguien más en su habitación. Para mi desgracia podía escucharlos gemir.
Cansado y asqueado me levanté de mi cama, traía puesto una musculosa blanca y unos pantalones largos, iba descalzo, sintiendo lo frío que estaba el piso bajo mis pies.

Mirame.

Estoy yendo a verte a estas horas de la madruga, quería saber como era tu expresión al estar dormido, si te tapabas o no con esa frazada que te entregué, si no era así entonces entraría ha arroparte.
Al cruzar aquella puerta pude escuchar unos débiles sollozos, no podía creerlo. Me acerqué hasta el cristal que me separaba de él.

Loki, mi Loki estaba llorando, hecho bolita, abrazando sus piernas con las cabeza escondida entre ellas. La frazada que le di estaba sobre sus hombros.

— Jarvis.

¿Si, Señor Barnes?

Abre la puerta, por favor.

Vio como las puertas de vidrios se abrieron rápidamente sin hacer mucho ruido, pero si el suficiente para llamar la atención del Dios que se sacudió enseguida por el susto, llevando sus palmas a su rostro para quitarse las lágrimas y el rastro de estas.
Entré sin pensarlo dos veces para acercarme a él.

— ¿Qué haces aquí? ¿A caso no puede uno sufrir tranquilo? Ya me tienen harto, todo el día vigilando me como si fuera ha destruir el mundo y.. — no pudo seguir.

Yo lo había envuelto en mis brazos con cariño, podía sentir su acelerada respiración en mi oído.
Soltó un chillido lastimero antes de corresponder mi abrazo y llorar sin temor a que lo juzgue.

— Todo va a estar bien, yo estoy acá, siempre lo estuve — susurré acariciando su espalda que se movía con rapidez por su llanto.

— No — alcanzó a decir con una voz aguda.

— Loki, mirame — lo alejé unos centímetros de mi para tomar con mis manos sus mejillas y hacer que me viera, sus ojos estaban rojos, el hermoso color esmeralda era opacado por un manto de lágrimas que caían con prisa, como si cada una de ellas pesara más que la anterior, él apoyó sus manos sobre las mías Yo estoy igual de roto que tú, se que juntos podemos unir nuestras piezas, prometo que me encargaré de que tu hermoso rostro tenga esa sonrisa tan característica tuya, no una falsa, una real, porque eres alguien hermoso, todo en ti es hermoso.

— Sólo son mentiras, nadie podría amar a alguien como yo, ¿A caso no viste el monstruo que hay de bajo de esta cara? — tenia el ceño fruncido, no quería abrirse ante mi, demostrar que si le hacia falta alguien que recogiera todos sus pedacitos y lo ayudara a rearmar lo.

— Mirame, ve mis ojos, ellos no mienten. Se quien eres, se todo sobre ti, y aun así sigo manteniendo mis propuesta, ¿Quieres que unamos nuestras piezas juntos? Soy alguien de palabra, hablo con el corazón, ve, escucha.

Agarré su mano izquierda y la llevé al lugar donde él podría sentir mis fuertes latidos, su tacto era suave y frío, sus manos estaban heladas.
Sonrió con algo de tristeza.

— ¿Cómo se que no me dejaras como hicieron los demás? — esta vez me miró fijamente, tanto que hasta creí sentir un leve ardor en los ojos.

— Yo no soy como los demás, soy diferente.

— A penas se tu nombre..

— Entonces conoceme, tenemos tiempo.

Me sonrió, esa fue una respuesta bastante clara.

Mirame LokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora