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Un loco con suerte

Nuevamente en el baño antes de clases, calmando la irritación de sus ojos con sus gotas. Las guardó rápidamente y salió del baño listo para lo que el día le esperaba.

Encontrándose en los pasillos a Oliver y el grupo de amigos con los que se había estado integrando, empezaron a hablar de temas aleatorios cuando dos chicas discutiendo andando por el pasillo llamaron la atención de la mayoría de los alumnos que estaban presentes.

─ ¡Solo quiero saber lo que te sucede! ¡Quiero ayudarte! ─gritaba Vanny, sujetando la muñeca de Laila, que se rehusaba a hablar con alguien.

─ No tienes porqué ayudarme porque no pasa absolutamente nada, entiendes, nada ─le dijo Laila evitándola y forcejeando para que la dejará.

─ ¡No soy estúpida Laila! Sé que algo te pasa.

─No me pasa nada ─terminó de decir Laila saliendo del agarre aventando a Vanny para continuar con su camino a los baños.

Allan no podía quitarle la mirada de encima. Jamás había visto un persona tan mal y de una forma perversa se veía atraído. Wizenburgh pasaba entre todos mirando a ningún punto específico en el piso, mientras ignoraba las pesadas miradas que la seguían.

Ely la barrio con sus ojos con desaprobación, y al su figura desaparecer, solo rodó los ojos.

─Ridícula ─dijo Estela salido de sus pensamientos, todos los que se encontraban ahí, voltearon a verla ─ ¿Qué?, es verdad, me parece muy infantil su forma de llamar la atención, y mira que lo ha logrado porque todos estaban embobados viendo la escenita, la verdad que yo no me trago su jueguito, que se lo meta por...

─Ely ya entendimos ─. La paró Oliver.

─Oh vamos, que tú eres el menos indicado para pararme, porque sabes que es una maldita arpía, o me equivoco ─. Iba a hablar Oliver pero Ely continuo hablando ─. Por favor Allan no caigas en su red, porque como todo chico que se la ha tratado de liar terminaron mal y humillados por ella.

Lo último fue dicho como una indirecta hacia Oliver quien solo mostró en su rostro molestia. Allan apenas y los estaba escuchando y lo último dicho por Ely entro por una oreja y salio por la otra. Por lo tanto solo asintió a todo lo que decían y aun incluso con la advertencia, no le quedó claro sus sentimientos que le provocaba verla y no se rendiria hasta saberlo.

...

─... por favor no olviden hacer su tarea, cuanta gran parte de su escala ─Terminaba de hablar la maestra Hilda cuando el timbre del receso se hizo sonar para marcar su inicio.

Allan salió de la clase junto a Oliver y Ely, se dirigían a las mesas de la cafetería pero Hoffman tuvo que verse parado y regresar nuevamente al salón por algo que habia olvidado.

─Olvidé mi dinero en el salón ─ avisó Allan antes de retirarse.

Al regresar a los salones noto dos figuras, al fondo del pasillo, esto no le importo al pincipio pero al estar más cerca de su salón, noto de quienes se trataba.

Erick Lindbergh, uno de los alumnos de último año, alto, con una cabellera rubia, una mirada intimidante color miel y con una reputación que cualquiera lo ubicaba para no meterse con él; y Laila Wizenburgh, el drama de la semana.

El joven Hoffman no podía negar que no tenía curiosidad de ellos dos que se encontraban apartados y aparte teniendo una conversación que no se veía buena, parecían estar discutiendo. Ambos voltearon a verlo cuando Allan se encontraba a tres metros de ellos, provocando que se pusiera nervioso y ocultándose rápidamente a su salón, arrepentido de ver tanto cuando solo tenía que irse directo al salón y ya.

Fue por el dinero como en un principio planeado, y retomo su camino. Saliendo del salón casi choca con Lindbergh, que pasó justo cuando él estaba saliendo.

Hoffman le miro alejarse para ver a donde se dirigía tan enojado -parecía que la conversación no había salido como el quería-. Cuando volteo a la izquierda, no se encontró con nadie, cuando debería encontrarse con Laila. ¿A dónde había ido?, <<probablemente se fue antes que Lindbergh>> fue lo que se respondió así mismo, por lo que continuó con su camino hacia el patio.

Estaba avanzando, sin poder quitarse de la cabeza aquella atípica escena que presencio.
Dio un paso
<<¿Qué habrán estado discutiendo?>>
dos
tres
<<¿Habrá Laila hablado con alguien más?>>
cuatro
cinco
seis
<<¿Por qué se ve tan mal?>>
y en el séptimo paso las dudas comenzaron a ser mas profundas, dudas que le impedirian dar el octavo paso, que se empezarían a filtrar en cada rincón de su cabeza.

<<Que tal si no se ha ido al patio y sigue por aquí>>
No podía seguir avanzando, no con esos pensamientos rondándole la cabeza, simplemente no podía ignorar esas sensaciones que rondaban por todo su cuerpo, que no se iban, que no lo dejaban ni un segundo. La duda pronto se convirtió en curiosidad y todos sabemos lo que le paso al gato.

Allan se vio traicionado por su voluntad debido a lo insuficiente que era contra esa enorme energía que lo obligaba a quedarse y buscarla.

El octavo paso, nunca sucedió, aun con muchos arrepentimientos se dio la media vuelta y empezó a buscarla en los salones. Avanzaba y avanzaba pero en cada salón que se metía no encontraba a nadie y acercándose al último salón empezaba a pensar en lo tonto que se veía haciendo eso <<¿Qué estás haciendo?>> <<Detente>>
<<Te ves ridículo>>

El siguiente salón al que iba a registrar era el último, las emociones estaban a su máximo nivel junto con una ansiedad que le comenzaba a surgir; ya en la entrada, solo un paso...

Nada, no había nadie o algún rastro, absolutamente nada. Se sentía tan idiota, ella no estaba ahí, probablemente si había sucedido la primera opción, se había retirado antes de que saliera él del salón.

Decepcionado de como las cosas resultaron, se fue a sentar en una de las bancas. Estaba cansado y avergonzado, no sabía que le estaba sucediendo, empezó a sentir escalofríos por las ráfagas frías que salían por la ventana del fondo del salón, estaban haciendo aires fríos que empezabam a mover las hojas de los cuadernos cercanos a aquella ventana; fue hacia ella para cerrarla y conservar más el calor.

Desde esa ventana se veía más cerca una de las mallas viejas que marcaba el terreno de la escuela, había en el rincón una abertura por donde podías salir agachándote un poco.

Estaba a ointi de cerrar la ventana cuando la idea más loca le pasó por la cabeza y no dudo de ella pues todo cuadraba. Laila había estado ahí, ella había abierto aquella ventana que iba a cerrar, la había saltado para caer en el jardín y se había escapado de la escuela por aquella abertura de la malla, creo que a nuestro Oliver se le paso ese pequeño detalle.

El seguía sin cerrarla completamente, estaba indeciso, no sabía que escoger.

<<¿Qué estás haciendo? Las chicas son las que te buscan no tú a ellas>> se dijo para sí mismo y se dio media vuelta, listo para retirarse pero entonces Laila venía a su cabeza, no podía mentirse así mismo, él quería ir, él quería tenerla; <<Oh Laila, haz sido una niña mala>>.

Unos pasos se escuchaban cercanos y sonaban a que venían a ese salón y en ese momento era ahora o nunca. Probablemente la verdadera razón de lo que estaba a punto de hacer era por las drogas que había fumado esa mañana. Solo sabemos que al salir por esa ventana con el sonido de los pasos encima, se sentía como un loco y esperaba que fuera un loco con suerte.

Ráfagas de Un Invierno NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora