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EL HERMOSO SONIDO DE UNA RISA INOCENTE PARTE 2

Laila no desvió la mirada en ningún momento en el que Allan se dirigía a ella. Hoffman tragó saliva antes de quedar frente a frente con ella.

Wizenburgh se paró del columpio y lo enfrento directamente.

─Dame lo que me robaste

─No tengo nada tuyo ─respondió Hoffman más calmado que hace unos minutos.

─Entonces que mierda estás haciendo aquí

─Yo... ─. A Hoffman no se le ocurría ninguna respuesta.

─Nadie más que tú vio la USB, eres el único que pudiera tenerla

─ ¡No!, yo... yo no te robé nada y tampoco sé porque vine, tal vez porque quería ayudarte ¡No lo sé!

─Qué pérdida de tiempo ─dijo de muy mal agrado Laila, volteando su mirada a otro lado mientras suspiraba.

Poso de ese modo unos segundos, como si estuviera meditando, aplicando un segundo plan pues no parecía que se quisiera quedar con los brazos cruzados. Después de esos segundos, se dio media vuelta y empezó a ir a dirección contraria de Hoffman.

─ ¿A dónde vas? ─preguntó en voz alta para que Laila lo escuchará. Cuando pareció que lo había ignorado empezó a caminar rápidamente hacia ella para alcanzarla y poder detenerla tomándola del brazo.

─ ¡¿Cuándo vas a entender que no es de tu incumbencia?! ─dijo muy desesperada la chica evitando que Allan la agarrara del brazo ─ya me dijiste que me eres inútil que no tienes la maldita USB y no sabes dónde está, así que vete.

─Estoy aquí y sé que puedo serte útil, te puedo ayudar a buscarla ─intentó Allan ser lindo y ayudarla.

─Seria más de ayuda si no trataras de hacerlo ─lo rechazó Laila.

─ ¡Diablos mujer intento ser lindo!

─No necesito que tu o nadie sea lindo conmigo, puedo ir yo sola a la escuela a buscarla sin ninguna ayuda

─ ¿En la escuela?, enserio vas a buscarla ahí a esta hora ─preguntó Hoffman sorprendido.

─NO ─mintió Laila. ─Tal vez

─No vas a ir sola

─ ¿Es broma no? ─dudo Laila y Allan negó con la cabeza.

─Sé que no me incumbe pero no voy a dejarte ir sola no me importa lo que digas o lo que ha...

─ ¡Esta bien! Pero ya cállate. Te dejaré acompañarme pero ya deja de hablar.

Satisfecho Allan y Laila resignada, empezaron a recorrer el camino a la escuela mientras la noche empezaba a caer lentamente sobre ellos.

Al llegar los dos se quedaron observando la construcción escolar sin decir una palabra.

─ ¿Estará abierta? ─preguntó Allan

─Las puertas no; las ventanas sí ─respondió Laila y sin decir otra palabra se colocó el gorro de su sudadera y a hurtadillas empezó a escabullirse entre las jardineras para entrar por la malla rota, metiéndose como siempre con gran habilidad. Se dirigía a la ventana por la cual se habían escapado a la hora del recreo. Allan la siguió y esta vez tuvo más cuidado con las partes rotas y oxidadas de la malla.

Finalmente entraron y se encontraron con el lugar bastante oscuro por lo que prendieron el flash de sus celulares y de forma cuidadosa empezaron a buscar en el suelo, en las bancas o cualquier otra parte del salón donde pudiere estar la USB.

Ráfagas de Un Invierno NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora