Miro una vez más el papel en donde anotó la información, no es que tuviera mala memoria, pero por las dudas siempre lo anotaba. No quería matar a la persona equivocada. Lo guardó en su mochila.
Creía que iba a ser un buen día, se sentia asi y ahora estaba molesto, nervioso, pero no lo quería hacer notar. Tenía orgullo. No iba a admitir frente a nadie sus desgracias.
Es por eso que siempre trataba de demostrar lo contrario, ser una persona alegre que no le importaba nada y se reía de todo. Claro, no de todo, por dentro quería matar a cada estupido alfa y beta que se burlaba de los omegas. Su personalidad ironica y sarcastica lo mantenían a flote, si se podían reír de él, también iba a hacer lo mismo de ellos.
Siguió caminando, ya se empezaba a ver mas gente al rededor, la escuela estaba a una cuadra, grupos de amigos que se encontraban antes de entrar, conocidos que se saludaban, chicos y chicas presumiendo sus autos, parejas ligando, de todo se podía ver.
─ Hola niñita ¿cómo está tu trasero esta mañana? ─ dijo algún idiota desde su auto al pasar, seguramente alfa. Maldito idiota.
Al mirar alrededor todos los presentes lo miraban, era obvio que le gritó a él. Tenía la opción de agachar la cabeza y seguir avergonzado, como lo haría cualquier otro omega.
No, no iba a permitir que un idiota lo insultara.
Sonrió mirando hacia la calle donde estaba pasando el auto y respiro profundo.
─ Bien, por suerte cielo ─ no sabía quién era el maldito, se iba arrepentir de haberle dicho eso tan temprano por la mañana. Ya tenía suficiente con lo de su tío, maldito día de mierda. ─ Por suerte tu pequeña pija no me hizo daño anoche ─ terminó de gritar a todo pulmón.
Las personas a su alrededor miraron a Dylan y al alfa que estaba en el auto, con una cara seria y claramente enojado, se podía escuchar las risas de sus compañeros de auto y de las personas que estaban alrededor.
Si no fuera él, sabría que esa acción tendría sus consecuencias una vez que llegue a la escuela, pero como era hijo del mecánico de la ciudad y hermano del imbécil de Dexter, sabía que más que una mirada de odio no iba a recibir, por ahora.
El auto desapareció al entrar a la escuela, siguió caminando con la frente en alto. Si, era un omega, pero lo tendrían que respetar, todo el mundo lo conocía, pero no se podían meter con él públicamente, es por eso que nunca estaba donde podían verlo solo, ya que sabía que algún alfa al cual había insultado podría vengarse. Luego de tantas palizas en el pasado había aprendido una gran lección: siempre estaba acompañado dentro de la escuela, en el camino a casa era otra cosa, por eso se levantaba más temprano o cambiaba la ruta de viaje, no era tan idiota como para seguir la misma rutina todos los días.
Al entrar al edificio se sintió mejor, no por el hecho de tener que estar en esa institución que lo degrada, junto a adolescentes calientes e idiotas, sino por la seguridad que le brindaba estar rodeado de personas. Fue hacia su casillero, dejó su mochila y solo tomó su cuaderno y una lapicera, no necesitaba más, no era un buen alumno, no le interesaba estudiar, los omegas nunca llegaban a hacer algo que valiera la pena con sus estudios. Nadie los tomaba en cuenta, sólo servían para abrir las piernas y tener hijos.
Todos lo sabían, a nadie le importaba.
Al llegar al salón vio a la rubia mal peinada con jeans azules y alguna remera de dios sabe que banda de música, mirando a su celular. Maia, su única e irremplazable amiga de toda la vida.
─ Maia, ahora ¿a quien estas tratando de acosar? ─ preguntó juguetonamente a su amiga mientras se sentaba a su lado. La chica lo miró y le sonrió.
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Asesino [HIATUS]
Ficción General¿Quien dijo que los omegas eran débiles? ¿Quien dijo que un omega no podía matar para sobrevivir? Esta es la historia de Dylan, un omega que debe matar para vivir, es la historia de un muchacho desesperado quien hará lo que sea para escapar.