Parte 4

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Estaba sentado sobre la cama, temblando, mirando a solo un lugar, podía sentir todo. 

El olor a humedad de las paredes, sonidos de afuera, la luz proveniente de la calle. Esos ojos lo miraban, pero no le decían nada mas que enfurecimiento, esos ojos lo iba a perseguir durante toda su vida. El dueño de aquellos ojos solo estaba ahí, sentado como si nada pasara. Claro, ese cuerpo no se va a volver a mover por cuenta propia.

La droga estaba dejando de hacer efecto, pero no se estaba dando cuenta, su respiración, su corazón y un pitido en su oído era lo único que Dylan escuchaba. Estaba entrando en pánico, su pecho subía y bajaba velozmente. Solo miraba aquel par de ojos que no se movían.

─ O-oye - trato de decir ─ ¿Que haces ahí? ─ término Dylan. Negándose a la realidad, todavía no creía que ese alfa estaba muerto.

─ Vamos! Levántate! Ven! Hazme lo que quieras ─ suplico casi en un sollozo desesperado.

No lo quería matar, no quería tener la sangre de otro en sus manos, que iba a pasar con él ahora. Era un criminal. 

Eso era mejor o peor, iba a estar lejos de su familia, la cual es un paraíso al lado de las prisiones infernales, donde los omegas son tratados como juguetes o no sobrevivían.  No. No quería ir a prisión.

─ No, no voy a ir ─ susurro ─ No soy un juguete ─ término.

Se paró como pudo, sintió un fuerte dolor en el estómago, los golpes del alfa ahora se estaban sintiendo. Subió sus pantalones junto con su ropa interior, busco en el piso la remera y se colocó. Tenía que salir de ahí, debía ser rápido.

─ ¿A donde voy? ─ se preguntó.

¿A donde iba a ir un menor asesinó, que casi fue abusado sexualmente? No sabia que hacer. Pero por el momento solo tenía que salir de ahí antes que se dieran cuenta. 

Se acercó a la puerta sigilosamente, apoyó su oído en ella, y trato de escuchar que no haya nadie. Abrió solo unos milímetros la puerta para poder ver afuera, no había nadie en ese pasillo. Bien, podía salir.

Aquel pasillo llenos de puertas lo recordaba, si iba para la derecha encontraría la salida fácilmente.

Salió del cuarto, sin hacer ruido al cerrar la puerta. Caminó unos pasos, pasó por la puerta contigua a la suya, debía pasar dos más, doblar e ir a la salida.

─ ¿Qué haces aquí? ─ una voz preguntó.

Mierda. Alguien lo había visto. NO.

─ ¿Dylan? ─ preguntó una vez más esa voz.

Dylan no paraba de temblar, su cuerpo estaba pesado, cansado y sudoroso, sentía frío subiéndole por la espalda. Aunque, ¿como es que sabía su nombre aquella voz? Al darse vuelta lo vio, un hombre con facciones que ya conocía, pero con ojos azules, parado en la puerta del cuarto que acababa de pasar, una chica con cabellos largos negros estaba a un costado de este.

─ ¿Tío? ─ pregunto sin poder creerlo.

¿Por que estaba su tío en ese lugar? Bueno eso no es exactamente algo que no sabia, pero ¿como es que lo escucho salir del cuarto? ¿fueron los gritos en su pelea con el alfa lo que le alertaron? Si su tío se enteraba que escapó le iba a decir a su padre, ni siquiera podía pensar en escapar, su tío lo detendría. 

¿Que le iba a contestar?  No es fácil responder en ese tipo de lugar.

─ Dylan, mírame ─ dijo cortante su tío. No se escuchaba enojado, entonces ¿qué pasaba?

Dylan dejó de ver sus pies, y lo miro a los ojos. Azules, eran una diferencia con su padre.

─ E-estoy... ─ trato de decir.

─ ¿Quien te trajo? ─ preguntó su tío.

Dylan no podía creerlo, su tío entendió que él no estaba ahí por su propia voluntad. Lo miro sorprendido, como si nunca antes lo hubiera visto, sabía que las lágrimas estaban por salir.

─ Román ─ lo dijo, el nombre de su padre.

─ ¿Que!?¿Eso es cierto!? ─ Alfred no podía creer que su hermano había traído a un lugar como este a su sobrino. En ese momento se dio cuenta, Dylan tenía sangre en su rostro, y un ojo morado, estaba temblando y no se paraba correctamente.

Supo lo que su hermano había hecho. Sentía vergüenza, y desprecio. Aunque, intuía que Roman podía hacer algo como eso, Alfred no era nadie para cuestionarlo, pero tratar de esa forma a su propia sangre, eso era imperdonable.

─ ¿Quien ese ese niño, Al? ─ pregunto la chica a su lado tocando su brazo.

─ Lo siento, es todo por hoy, puedes irte ─ le contestó a la chica, que solo le guiño y sonrió.

Dylan estaba llorando, ya no quería está ahí, su tío le iba a contar todo a su padre. Miro como la chica estaba yendo, sintió miedo, seguro le iba a decir al hombre que lo había dejado en la habitación que se estaba escapando. 

No podía moverse, quería hablar, hacer algo, su cuerpo no estaba reaccionando.

Alfred miró al chico que tenía en frente. Lo había visto crecer, era como su hijo. Se dio cuenta de su miedo, carajo, se podía oler se estaba aterrado.

─ No le digas a nadie que viste a este chico ─ le gritó Alfred a la muchacha antes que desapareciera por el pasillo.

─ No lo haré, Al ─ dijo la muchacha ─ Nos vemos ─ se escuchó decir al mismo tiempo que desaparecía.

Alfred tomó al muchacho del brazo, moviéndolo, sacándolo del trance en el que este se encontraba.

─ Por favor, no le digas ─ suplico por lo bajo Dylan.

─ Cuéntame todo, puedes confiar en mí ─ le aseguró su tío.

¿De verdad podía confiar en su familia? Qué más daba, su padre lo había tirado en ese lugar horrible, diga lo que diga, nada cambiaría fácilmente.

Lo mate. Lo mate. Está muerto ─ las palabras iba rápidamente saliendo de su boca.

Era casi imposible que un omega mate a otra persona, imposible no, pero un adolescente en una situación como aquella y aterrado, si. La pregunta era ¿Cómo lo hizo?

─ ¿Dónde está? ─ preguntó Alfred.

Dylan lo miro confundido, sin entender qué era lo que le estaba preguntando.

─ El cuerpo, tonto  ─ se estaba alterando ─ ¿Donde esta el maldito cuerpo,Dy?

Hacía tiempo que no lo llamaba tan tiernamente, habían sido años quizás, pero en ese momento debía darle a entender que estaba de su lado.

Dylan entendió, el cuerpo, le había dicho a la muchacha que no diga sobre él, y su tío estaba siendo comprensivo, a su manera. ¿Acaso lo iba a ayudar? Solo podía tener esperanza. Dylan señaló el cuarto donde todo había pasado, aquel cuarto que estaba a escasos centímetros.

Alfred entendió, sin soltarlo a Dylan del brazo, hicieron esos pocos pasos hacia la puerta. Al abrirla vio una cama deshecha, sangre en el piso, y los mas importante, un hombre tirado en el suelo, como si estuviera descansando sentado al lado de la ventana.

Su cara estaba cubierta de sangre al igual que su ropa. No respiraba. Aun así, sus ojos negros estaban abiertos, mirando hacia ellos. Y su sobrino detrás suyo, temblando. Miro cómo las lágrimas de este se escapaban de sus ojos azules, como los de él.  

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Hola! Espero que les guste este cap, lamento si hay algún error, no duden en señalarme si los hay! 

Nos vemos!!  

Asesino [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora