La lady de ojos Rojos. © Precuela: Galanes Imperfectos

Capítulo 11 (Final)

Las olas venían y chocaban contra las rocas en un vaivén relajante. Vuelvo abrir mi libro para continuar con mi lectura, de repente sentí como él me rodeaba con sus brazos, lo supe por el olor de su colonia, recosté mi cabeza en su pecho.

—Estaba empezando a olvidar lo bien que me siento estando entre tus brazos. —él besó mi cabeza con ternura.

—Lee para mí, por favor. —me pidió con un tono suave.

—“. Mi amor siempre estuve feliz de compartir mi vida, mis penas,
Mi hambre y mis tristezas contigo.

Incluso cuando tú alzabas tu espada y todos los hombres temblaban.

Yo estaba ahí, fiel e intacta  y al mirarte a los ojos.

Esos ojos acaramelados y dulces, supe que jamás serías capaz de hacerme daño.

Si no estuvieras conmigo,  siento que  me derrumbaría poco a poco.

No me dejes, quédate. Quédate junto a mí.

Conmigo, no te separes.

Seamos felices a pesar de todo.

Te amo... Solo eso necesitas saber”.

—Me gusta la poesía. Tú me inspiras. —Lo sentí morder el lóbulo de mi oreja, mi piel se erizó.

—Viajaré a Londres. —me informó y volteé a mirarlo  muy molesta. —Me quedaré solo tres días, volveré en poco tiempo Tasya.

—¿¡Por qué tienes que irte!?

—Tendré que ir  a confirmar que todo  en el casino marche como debería. Martín no siempre podrá con todo.

—Aunque odie tener que estar separada de ti, es necesario que te deje ir. —suspiré con tristeza. —Más te vale estar lejos de otras mujeres.

El soltó una carcajada, luego me besó de una forma tan pasional. Me acercó a él y nos hizo acostarnos sobre la arena. Despegó sus labios de los míos, mi respiración estaba acelerada y todo por él.

—No tienes que temer pequeña paloma. Ninguna mujer aparte de ti, mi esposa, provoca tales sentimientos. —comenzó a besar y morder mi cuello. —Yo soy completamente tuyo, así que no tienes que temer.

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Henry se marchó a Londres al día siguiente, pasé un día aburrido en esta casa tan grande. La señora de servicio que me acompañaba, en raras ocasiones me hablaba, no sé qué les pasaba a esas mujeres; cada vez que las miraba, bajaban su mirada y comenzaban a temblar. Ni siquiera me considero una mujer que pueda transmitir tanto miedo.

Estaba  tan aburrida que sin más espera abrí la carta que me envió Elizabeth, ella es la que me mantiene informada sobre lo que pasa en Londres.

"Señora de Cambell, aún me cuesta creerlo pero no por ello estoy menos feliz por ti mi querida Tasya. Los chismes y escándalos vuelan en esta ciudad y hasta la fecha lo que sucedió en tu boda sigue siendo el tema de conversación de muchos, algunos no paran de hablar de ti pero para otros ya es noticia vieja, pronto todo quedará en el olvido así que lo menos que debes hacer es esconderte con vergüenza.

Considero que escaparse con el hombre que amas es admirable y osado lady Tasya. Quisiera que en verdad pudieras ir mi boda…”