El Ritual de Pantano (Oscuro)

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((Aviso: La obra que vas a leer contiene terror psicológico y violencia gráfica)).



"Habrá un amigo, y una víctima. Habrá un peligro, detrás de un camino de estrellas. Habrá un monstruo despertando."


De pequeña, Abril, y Dahn, su prometido, nunca le dieron demasiada importancia al refrán más importante de la aldea. Y, en realidad, seguía pensándolo incluso cuando llegó el gran momento. Su gran momento. El ritual de Pantano. Con quince años, durante una noche sin luna, lluviosa, con el mar agitado y dos semanas después del periodo del mes de abril de la futura sacerdotisa". Las condiciones se habían cumplido, al fin.



El sonido seco de un puño hallando en su trayectoria una mejilla asustó a Abril y provocó que se retirara dos pasos rápidos. El golpe reverberó por toda la cueva. En vez de soltar el candil que llevaba en mano, se aferró a él. Dos chicos de su misma edad, su mejor amigo y su prometido, forcejaban ante ella. Por un momento pensó que la habían golpeado a ella por lo aturdida que se sentía, pero pronto se dio cuenta que se trataba del eco producido por las paredes de la cueva donde estaban los tres jóvenes, y volvió a situarse, sacudiendo su consciencia, tratando de despertarla.

- ¡Parad ya los dos!- Abril dio un paso al frente.

- ¿¡Qué diablos te pasa!?- Dahn, después de propinarle aquel puñetazo, agarró del cuello de la camisa a Jerik.- ¿¡Quién te crees que eres para presentarte durante el rito!? ¿¡Y por dónde demonios has entrado, si los del pueblo están guardando la única entrada!?

- La madre de Abril... me dejó pasar. ¡Pero eso da igual ahora! ¡Escuchadme, os lo ruego! ¡No podéis realizar el rito!- Abril se fijó más en los labios de Jerik articulando aquellas palabras que en lo que estaba diciendo. Incluso chillando y enfadado, aquel pescador rubio de ojos azules le parecía hermoso. Mucho más que el poco exótico castaño y excesivo imbécil que acababa de estrellar el puño contra su bonita cara.

- ¿¡Qué!? ¡¿Quién te crees que...?!

- ¡No le pegues más- lo detuvo Abril-, ¿no ves que estamos en la cueva sagrada?!- Tomó a Dahn del brazo y tiró de él. No se movió ni un centímetro.

- ¡No te metas, Abril!

- ¡Sí me meto! ¡Soy la sacerdotisa!

- ¡Todavía no lo eres...!

La mirada de Abril y la de su futuro marido concertado se cruzaron en un fogonazo interno nada agradable. La joven elegida vestía unas ropas holgadas, con un largo faldón rojo que le llegaba hasta los talones y unas mangas que casi tapaban sus manos. Dahn llevaba unas ropas humildes y simples, como debía hacerlo el compañero de la elegida, y Jerik, que no tenía lugar en aquella ceremonia, vestía un abrigo de mangas deshilachadas empapado por la lluvia y unos largos pantalones de estibador del puerto con parches de refuerzo en las rodillas.

Finalmente, Dahn soltó a Jerik. El pescador, con su porte siempre serio e imperturbable, los miró a ambos.

- En esta aldea pasa algo raro.- Abril parpadeó, atónita.- Eres lista, Abril, te conozco desde hace mucho. Sé que has notado algo extraño. Somos la única aldea en todo el ducado que tiene una tradición rodeada de tanto secretismo, incluso para sus propios habitantes. No deberías llevarlo a cabo, al menos no a ciegas.

- Deja de decir estupideces, ¿quieres? Vete de aquí de una maldita vez, estás profanando el rito con tu presencia- volvió a entrar Dahn, apretando los dientes.

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⏰ Last updated: Jul 25, 2020 ⏰

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Eros y GnarWhere stories live. Discover now