I
Hey, amor, encantado de conocerte.
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Nunca en toda su pequeña vida enfermiza y postrada en cama conoció a una dama que lo mirara si quiera dos veces. Pero aquella castaña no solo lo había ayudado, sino que estaba parada allí sonriéndole como si el mundo fuera hermoso.
—Recuerdalo, estaré aquí a las siete en punto. Excepto si te enfermas de nuevo, en ese caso llámame y nos quedaremos en tu casa, ¿entendido?
Maldita sea, era el hijo de puta más afortunado de todo Brooklyn.
—S-Si —aclaró su voz ante el nerviosismo que le hacia sentir—. Suena como un buen plan.
Sin decir respuesta dio media vuelta sobre sus talones con un pequeño gesto, su vestido verdoso que revoloteaba por todos lados junto a sus tacones negros desaparecieron tras la esquina del edificio. Tiempo después Bucky apareció con una marcha más rapida de lo normal.
El mundo pareció tambalearse cuando su vista dejó de ver su figura. No supo a ciencia cierta si aquello se trataba de un sueño o no.
Supuso que el golpe que el moreno le había propinado en su mejilla izquierda se debía a su fantaseosa mente que no quería volver a la realidad.
—A veces creo que te gusta que te golpee —chistó el recién llegado con el sarcasmo desbordando por todos lados.
—Buenas tardes a ti también, Bucky.
—¿Qué supone que haces aquí? ¿Cuantas horas llevas fuera, Steve?
Todavía perdido en la conmoción de su cabello oscuro y sus ojos miel, se encontró con los ojos de un Bucky aturdido. Mordió su labio inferior recordando a la mujer.
—No... Yo me perdí- pero lograron traerme hasta aquí...
—¿Lograron traerte? ¿Quiénes? —una mueca de disgusto se formó en su rostro al saber que alguien más había estado con su amigo sin saberlo, podría ser peligroso.
—Pues... Fue una dama quien me trajo hasta aquí.
—¿¡Una dama!? Amigo esto es sorprendente, no estoy muy seguro de si creerte, ¿cómo se llamaba?
No pudo evitar reír ante el rostro sorprendido del otro.
—Ella me dijo que la llamara Toni...
—Pues la verdad es que no suena muy femenino que yo sepa...—se burló mientras buscaba las llaves del departamento en uno de sus bolsillos traseros del pantalón.
Sacudió la cabeza sin tomarle importancia.
—Tengo que... Tengo que prepararme. Ella vendrá esta noche.
La sonrisa burlona cayó de la cara de Bucky.
—¡Pero bueno! ¿Entonces a que esperamos? Vamos a prepararte bien para la chica, ¿dónde vive ella?
—Ella no lo dijo, vendrá hasta aquí.
—Suena algo muy poco caballeroso, pero entonces tendremos que limpiar todo, ¿no crees?
—¿Tendremos?
Bucky se detuvo y dio media vuelta para mirar a su amigo a los ojos con un mirada afligida. Puso una de sus manos en su propio pecho resaltando en exageración la ofensa que sentía.
—Sí, nosotros, Steven. Nunca te he dejado por ahí sólo, no voy a comenzar ahora, ¿cuándo dijo ella que estaría aquí?
—Esta tarde a las siete.
Bucky miró su reloj de muñeca que siempre llevaba, aún recuerda habérselo regalado él hace unos años por su cumpleaños.
—Maldición, solo tenemos un par de horas antes de que llegue —abrió la puerta y permitió pasar al rubio primero—. Ve y duchate, yo empezaré a arreglar todo.
Fue como ver el doble de la primera vez, aunque su edad jugaba en sus ojos y el género era el opuesto a la primera vez.
Aún así pudo ver a aquella mujer fuerte en él.
Excepto que ella se había ido y el hijo de Stark era alguien completamente diferente, alguien que nunca conoció. No importaba la picazón de familiaridad cada vez que el otro se acercaba a él.
Steve nunca había sentido tanto conflicto consigo mismo de aquella manera tan intensa.
Cuando ella llegó se veía tan radiante como horas atrás aún así no dudo en echarle varias miradas de arriba a bajo. Sus curvas eran envidiables y ni hablar de su revoltoso cabello que brillaba y resplandecía de vida. No pudo evitar pensar el como sería tocar su suave y pálida piel que dejaba al descubierto aquel vestido tan costoso que llevaba.
Cuándo llegaron frente a un restaurante que, apocas cuadras de su casa se hallaba, se veía tan reluciente y exquisito que instintivamente retrocedió y dudó en si entrar o no, después de todo el solo era un joven niño de Brooklyn con escaso dinero mensual.
—No te contengas, invito yo —dijo ella, al parecer notando su inquietud.
Unos pequeño brazos -comparado con su esbelta figura parecieron gigantes a sus ojos- rodearon su delgada cintura mientras lo empujaba suavemente hacia el lugar.
Cuándo finalmente llegaron a su mesa no pudo evitar sentirse decepcionado al dejar de notar aquel calor entrañable que momentos antes lo rodeaba, aún así desvió su mente hacia otras cosas y se sentó frente a ella.—No puedo evitar dejar de pensar lo maravillosa que te ves.
Fueron varios segundos en silencio hasta que se dió cuenta de lo que había dicho, rápidamente tapó su boca con ambas manos mientras miraba angustiado a la mirada divertida de su acompañante. Un brillo travioso se hizo presente en los ojos miel de la morena.
—Tu sinceridad me gusta, ¿eres así la mayor parte del tiempo? —preguntó mientras jugueteaba con su cabello rizado, un acto que la hizo inevitablemente sexi desde el punto de vista de Steve.
—Yo... No puedo evitar decir la verdad... —-confesó mientras su rostro se enrojecía aún más.
Una risa juguetona se escapó de los labios carnosos de ella.
—¿No? Eso es bastante peculiar, me gusta —Declaró satisfecha consigo misma —. Cuentame más de ti.
—No tengo mucho que contar, mi lista de asuntos médicos supera en número a mi lista de parientes, amigos y conocidos.
Ella levantó una ceja, no parecía sorprendida en lo más mínimo.
—Si hablamos de listas entonces te hare un pequeño resumen de la mía. Voy a mencionar que soy una graduada del MIT en la parte más alta de mi clase, ¡Bam! He tenido muchos "compañeros" —alzó ambas manos y con sus dedos gesticuló las comillas—. Digo lo que pienso, gano mucho dinero y no soy muy fanática de los niños.
—Suena bastante bien para mí.
—Quiero que tengas encuenta que "Mujer" se le han atribuido su propio conjunto de reglas, ninguna de las cuales me adhiero.
Ante esto, esbozó una genuina sonrisa juvenil.
—Los estereotipos son lo que son y no hay nada que podamos hacer para cambiarlos ahora mismo, pero tampoco hay nada que te impida desecharlos. Todo está construido para durar para siempre, pero nunca lo hace.
Ella se reclinó en su silla, evaluándolo con una suave sonrisa estampada en sus labios.
—Por lo que estoy viendo, esta noche he hecho un amigo muy interesante.
—Sí señorita, parece que si lo hiciste.
—Es un placer conocerte Rogers.
Sus emociones se desbordaban por todos los lugares y, en algún momento, se preguntó si eso lo podían percibir los ojos miel de aquella hermosa mujer que embelesaba su mundo sin apenas esfuerzo.
—El placer es totalmente mío, señorita Stark.
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Oro bañado en bronce 》 Stony
FanfictionSteve conoció a la que sería su alma gemela en un pequeño y estrecho callejón de Brooklyn mientras transeúntes pasaban de un lado a otro sin percatarse de la escena tan única para ambos. Steve no la volvería a conocer hasta sesenta años después, cuá...