IX
Ojos.
.
Steve tiene un tiempo incontable para pensar y meditar el como entrar en el tema con el moreno. Él no está muy seguro de si debería entrar al taller e interrogarle directamente, o quizás comenzar una conversación y llevar al moreno al tema de su amada con delicadeza. Steve se ve así mismo abrumado ante la situación, no muy seguro de lo que debería hacer en esos momentos, sin embargo él no dejará pasar más tiempo. El rubio muere por conseguir esa información para responder todas las preguntas que le acechan por las noches y le impiden conciliar el sueño, no está muy seguro de cuándo fue la última vez que durmió más de cinco horas seguidas.
De cualquier modo, tomó rumbo en trotes con el deseo indudable por conseguir la información. Se quitó la gorra en un movimiento pulcro dejándola atrás encima de uno de los tantos muebles tan exageradamente caros.
Antes de dirigirse hacia el ascensor, llevó a sus pies a la cocina en busca de un vaso de agua, mas su boca había quedado como un desierto a causa de los nervios. Lo que jamás esperó fue encontrar a un Tony desaliñado, completamente en vuelto en aceite y sudor, junto a una taza humeante de café con el logotipo de industrias Stark. Cabe decir que, el rubio no pierde el pequeño detalle de que en la vestimenta del millonario no hay esas típicas gafas de sol que tanto le caracterizan. No sabe si es bueno o malo.
Camina silenciosamente hacia el moreno, este a su vez sorbe un poco el contenido de la taza mientras teclea hábilmente la tablet que hay en la encimera. El capitán observa con cuidado al contrario, observando detalles que jamás había visto, tales como las pequeñas arrugas que adornaban su rostro, las primeras canas por la edad que se encontraban en su cuero cabelludo -haciéndolo aún más sexy en opinión del rubio- o el tic nervioso que se hacía notar por el sonido que provocaba el golpeteo de sus zapatos contra el suelo.
—Tony... —murmuró con suavidad mientras esperaba pacientemente a que el moreno se percatase de la situación.
Lo primero que vio en su rostro fue la sorpresa soltando casi de inmediato la tablet con la que trabajaba. No se volvió hacia el rubio, este último se percató de la postura defensiva que utilizó el moreno hacía él cuándo le miró de reojo. Uno de sus brazos se encorvaba para ocultar –proteger– el peculiar dispositivo que iluminaba su pecho en un azul celeste.
—Perdón por interrumpir lo que estabas haciendo, pero necesito hablar contigo sobre una cosa.
La postura del menor no cambió, se limitó a extender su brazo no ocupado buscando sabe Dios que.
—Maldita sea.... —murmuró Tony frustrado, percatándose de inmediato que sus gafas no se encontraban en ningún lugar de aquella sala. Una memoria cruzó en su mente vislumbrando su mesa de trabajo del taller y viendo las gafas en ella. Susurró maldiciones a Jarvis por no haber avisado la presencia del capitán.
—¿Tony? —llamó una vez más.
Este no contestó, se limitó a mover su mano como muestra de que escuchaba al rubio. Este no pareció tomarlo de la mejor manera y se acercó al genio con un paso largo, el multimillonario ni se inmutó.
—Por favor, es algo serio Tony, necesito que hablemos.
El Capitán no dudó en establecer el contacto físico sin pensar las consecuencias, así que una de sus manos se situó de un momento a otro en el hombro del contrario, la reacción de este fue una sorpresa para él. El moreno pegó un pequeño respingón ante el contacto e inmediatamente apartó la extremidad del rubio con un manotazo, retrocedió varios pasos y evitó el contacto visual a toda costa, cosa que inquietó aún más al mayor e impulsó el siguiente movimiento de este. Tomó por los hombros al moreno y obligó el contacto visual, viendo cruzar en la mirada del multimillonario un temor que jamás esperó en ver en aquellos preciosos ojos miel.
En ese momento ambos se quedaron como dos estatuas de piedra hasta el punto de olvidar su necesidad por respirar hasta que sus pulmones empezaron a arder. La realización inundó las pupilar del menor mientras empujaba al rubio con ambas manos para apartarle lo máximo posible -aprovechando el aturdimiento de este-.
—¿Qué...? —murmuró sin creer lo que había visto.
El moreno alargó uno de sus brazo y atrapó la tablet de la encimera, eventualmente caminó a paso rápido hacia el ascensor en un intento por huir de la situación, no obstante el hombre más grande no le dio opción e interceptó su camino.
—¿Qué demonios quieres Rogers? —escupió asqueado el genio.
-Toni... -llamó con un tono dulzón en su voz, de tal manera que en el interior del moreno algo se rompió recordando el pasado y el dolor inconfundible de un corazón roto. No pudo evitar notar la forma en la que pronunció el nombre tal y como él lo hacia en antaño al llamar a su amada.
—Déjame Rogers, no te lo repetiré dos veces, ¿entiendes?
—Tony, por favor... —los ojos celestes cruzan mirada una vez más con los ojos del castaño—. Necesito...
Su voz es interrumpida en el momento en el que el genio rompió el agarre con un movimiento brusco y veloz, es decir, eficiente. Observa sin si quiera pestañear el cuerpo del contrario mientras se aleja hasta llegar al ascensor, eventualmente desaparece entre el robusto aparato el cuál no tarda en descender.
El ojiazul está en shock, no pasa demasiado tiempo hasta que cae derrumbado al suelo mientras las lágrimas se acumulan en sus ojos, lo que le provoca el empezar a ver bruma por doquier, cabe decir que para el grandullón no era un dado que fuera de gran importancia. Él solo quiere ser consumido por el mundo porqué no tiene idea de que hacer; está perdido y asustado, y es indudablemente doloroso el recuerdo que trae consigo esa situación. Steve recuerda las veces que fue protegido tanto por Bucky como por Toni, sin embargo todo da vueltas alrededor de Toni.
Por un momento, el rubio cierra sus ojos y el mundo se ve en vuelto en un manto oscuro, espera poder sentir paz durante unos segundos mientras intenta distanciarse de todo. No obstante, jamás lo consigue. Él piensa una y otra vez, no sabe que sentir cuando se percata de su ineficiencia por apartar de sus pensamientos a la castaña. Solo puede imaginar su cabello lacio contra el viento, sus pupilas dilatas y el vaivén de sus dedo cuando acaricia su cuerpo, es tan doloroso el recuerdo que sus lágrimas se hacen cada vez más abundantes.
En ningún momento piensa en cómo estará el otro hombre –¿mujer? Él está confundido– es más, él jamas se imaginaría que el castaño, sobrepasado por la situación, solo tendría tiempo para ahogarse en licor y desprecio hacía si mismo.
El rubio tarda en percatarse del llamado de la IA hacia su persona. No está muy seguro de que hacer, pero... el puede confiar en Jarvis.
☆☆☆
Perdónenme, ¡casi un mes sin actualizar!
Prometo no demorarme tanto en el próximo capítulo ( lo tengo casi terminado ;D ).
Tengan una buena semana.
♡
ESTÁS LEYENDO
Oro bañado en bronce 》 Stony
FanfictionSteve conoció a la que sería su alma gemela en un pequeño y estrecho callejón de Brooklyn mientras transeúntes pasaban de un lado a otro sin percatarse de la escena tan única para ambos. Steve no la volvería a conocer hasta sesenta años después, cuá...