"¡Pobre chiquita mía! Sólo por una peligrosa ignorancia de su naturaleza ha podido nacer ese ensueño en su cabeza. Le suplico que no crea que él guarda tesoros de bondad bajo ese exterior sombrío. No es un diamante en bruto... ni una perla oculta, sino un hombre despiadado, tan cruel como un lobo."
CUMBRES BORRASCOSAS- Emily Brönte.
Draco estaba seguro que de no ser por la inoportuna intervención de Dean Thomas, habría podido conseguir mucho más de Granger. El modo en que ella había correspondido al beso no dejaba dudas. La muy bruja lo quería. ¡Había que ver lo masoquistas que podían ser los gryffindor! Porque, después de todo lo que él le había hecho durante años, tener por él algún sentimiento distinto al desprecio debía ser masoquismo.
De todos modos, Draco no se quejaba, pues fuera por la razón que fuera que Granger lo deseara, era esa una buena oportunidad para fastidiar a Weasley. ¡Cómo le habría gustado ver la cara que la comadreja pondría si lo supiera! Pero no era el momento. Había mucho más que hacer con Granger antes que llegara ese momento, y al parecer, la tarea no sería del todo desagradable, pues la sangresucia había demostrado ser bastante fogosa cuando quería.
Sonrió sin querer al recordar el sabor de su boca, el aroma a miel de su cabello enmarañado y la tibieza de su piel. Nunca habría imaginado que besar a la come libros pudiera ser tan agradable, pero lo era, y la idea de cuántas otras cosas agradables se podrían hacer con ella pululaba en su cabeza constantemente.
Por suerte había sentido los pasos de Thomas acercarse, de modo que se apartó de ella a tiempo para que él no viera nada. Así pues, nadie más que él y ella sabían de ese beso y estaba seguro, por la vergüenza reflejada en el rostro de ella cuando salió del cuarto junto a Thomas, que ella no se lo diría a nadie. Y el que fuese algo oculto a los ojos de los demás solo añadía más encanto a la situación. No encontraba la hora de volver a verla, y mientras terminaba de mezclar los ingredientes de su nueva poción en la fría soledad del sótano, planeaba como debía ser ese reencuentro.
Sólo una cosa lo molestaba, y era la fastidiosa sensación de estar haciendo algo incorrecto que lo atormentaba constantemente, por mucho que él quisiera ignorarla. ¿Desde cuándo tenía conciencia? Incluso mientras la besaba, mientras devoraba su boca pensando en cómo ardería Weasley de rabia si los viera, la idea de herir a la joven lo incomodaba, e imaginar el llanto de ella le revolvía el estómago. Pero no debía pensar en eso. No ahora que comenzaba a divertirse. Además, nunca antes había sentido remordimientos al hacer daño a Granger. ¿De dónde entonces venía aquello? Sólo esperaba que, fuese lo que fuese, desapareciera pronto.
-HP-
Dean observaba de cerca de Hermione mientras el profesor Lupin explicaba las razones por las cuales debían tomar una participación más activa en la batalla que libraban los de la Orden. Dean no tenía ninguna razón especial para oponerse a la idea de entrenarse sino todo lo contrario. Hacía tiempo que comenzaba a sentirse inútil encerrado en aquellas cuatro paredes donde poco a poco iba olvidando lo aprendido en Hogwarts, mientras se convertía en un inerte espectador de los progresos de Potter. Pero ahora no quería pensar en eso, sino en Hermione. En ella, y en la extraña situación en que la había descubierto junto a Malfoy.
Había ido en busca de la joven a instancias de Lupin, cuando la encontró junto a Malfoy, con los labios muy rojos y el cabello desordenado. Ciertamente no parecían estar terminando una discusión, como habría sido lo esperable tratándose de ellos dos. Aún así, Hermione lo había seguido en silencio sin siquiera volver a mirar al rubio, y el Slytherin había observado la escena sin emitir comentario, lo que era aún más sospechoso.
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Oblivion ∆Dramione∆
RandomDeclaración: Los personajes son de Rowling... Advertencia: Compatible con Séptimo libro solo hasta tarde en que el trío es llevado a la Mansión Malfoy. A partir de entonces, es mi imaginación la que reescribe la historia. Resumen: Situada en medio d...