CAPÍTULO 26: HERMIONE GRANGER (Parte 2)

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"Y así seguimos adelante, como botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado".

-EL GRAN GATSBY- F.S. FITZGERALD

Hermione no quería dejar el cuarto donde se había encerrado esa mañana. Recordaba todos los episodios de su vida en que se había sentido miserable y sabía que este era el peor de ellos. Y lo terrible de aquello, es que no veía escapatoria a sus tribulaciones.

Siempre había evitado pensar en Draco o en lo ocurrido a sus padres, buscando refugio en su trabajo. Pero ahora, gracias a la estúpida idea que había tenido de invitar a Cormac McLaggen, y en el desastre en que había terminado esa idea, no estaba segura de poder regresar a su oficina el lunes. ¿A qué regresar? ¿A soportar la humillación de ser despedida por algún motivo ridículo que encubriera las argucias de Cormac por vengarse de ella? No le sería difícil en lo absoluto, mientras Tiberius McLaggen tuviera las influencias que tenía en aquel lugar. Y todos sabían cómo consentía a su sobrino el viejo Tiberius.

Si. Estaba segura que ya no tendría empleo si intentaba volver. Y aunque lo tuviera, ¿no se encargaría de todos modos Cormac de cobrarse en algún modo? ¿Valía la pena soportarlo por un trabajo que, después de todo, tampoco le gustaba demasiado?

En otros tiempos, Hermione Granger había soñado con generar grandes cambios en el mundo mágico. Pero luego de la corta victoria conseguida con la liberación de los Elfos domésticos, había sido relegada a trabajar tras un escritorio, donde, aunque hacía un buen trabajo, sin duda, no hacía nada importante. Siempre pensó que aquel "ascenso" que tuvo al sector administrativo se debía a que los altos funcionarios del Ministerio no habían quedado del todo felices al perder a sus sirvientes. La felicitaron en público, pero la odiaron internamente y se encargaron de transformarla en alguien más inofensiva. ¿Todo funcionaría así en el mundo?

Y como no tendría un trabajo como distractor, estaría condenada a pensar en él. En Draco. En lo que había dicho a Draco y en el modo en que su bello rostro reaccionó ante sus palabras. Lo había herido, lo sabía, y aunque por un lado se alegraba de haber puesto fin de una vez a cualquier esperanza de reconciliación, por otro lado se aborrecía por haberlo hecho. ¿Merecía Draco algo así después de todo cuanto había hecho por ellos? Había momentos en que pensaba que si, pero generalmente la respuesta era una negación.

¿Tenía algún sentido seguir viviendo? Hermione no era el tipo de persona que considerara el suicidio como puerta de escape a los embates del mundo, pero en instantes como este la idea de acabar con todo parecía la única salida, al extremo de detenerse en barajar las posibles opciones de muerte rápida. Quizá podía incluso hacerlo parecer un accidente.

En eso estaba, cuando Ginevra Potter, con una ojeras que daban clara cuenta de lo tardía que había sido su retirada de la fiesta el día anterior, apareció en su hogar, pidiéndole la acompañara al departamento de su hermano, para que distrajera a James mientras ella ayudaba a Daphne a arreglar los últimos detalles de su luna de miel.

Hermione dudaba mucho que Daphne necesitara ayuda para algo en la vida, y creía que en verdad Ginny había ido en su busca para obtener los pormenores de la noche anterior y satisfacer su curiosidad. Prueba de ello fue lo rápido que comenzó con las preguntas una vez la convenció de acompañarla. "¿Notaste el modo en que Malfoy te miraba?", "¿Cormac lo notó?", "¿McLaggen y tu ya son novios?" "¿Lo hicieron anoche?".

Y aunque Hermione solo respondió con evasivas, sin querer contar nada de lo ocurrido, Ginny hizo sus conclusiones de todos modos, adivinando que su amiga había tenido sexo la noche anterior y que se arrepentía infinitamente de ello. Su error estaba en pensar que el protagonista había sido Cormac.

Oblivion ∆Dramione∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora