Capítulo 11: EL FIDELIO ROTO

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"¡Ah!- se decía mentalmente- ¡Que me ame ocho días, nada más que ocho días, y moriré de felicidad! ¿Qué me importa el porvenir? ¿Qué valor tiene para mí la vida? ¡Y esa dicha inefable, esa felicidad celestial, puede comenzar ahora mismo, en este instante, si yo quiero!... Sólo depende de mí..."

ROJO Y NEGRO- Stendhal

Harry sentía el sudor coronando su frente, colándose por su cabello y humedeciendo su ropa. Intentaba abrir los ojos, pero estos no respondían. "Él" no quería que viera; no quería que conociera el motivo de su felicidad creciente. Y de pronto, cuando Harry creyó que alguna posibilidad tenía de lograrlo, de franquear aquella pared interpuesta entre él y los pensamientos de Lord Voldemort, una fuerza maligna lo empujó lejos de todo, de regreso a su cama. Y los verdes ojos del muchacho se abrieron desorbitados para encontrarse con que el sol ya había colado sus rayos por las viejas cortinas de la habitación. A su lado, con expresión preocupada, estaba Ginny.

- ¿Estás bien?- sus ojos marrones brillaban muy cerca de él.- Te oí gritar cosas y entré para asegurarme de que...- parecía recién notar la respiración agitada de Harry y el modo en que el joven insistía en evadir su mirada.- ¿Una pesadilla otra vez?- un asentimiento fue su respuesta.

Y entonces ocurrió algo que Harry no esperaba y que ninguno de los dos habría podido prever. Quizás fuera la ausencia de Ron en el cuarto, o la vulnerabilidad que había dejado como huella aquel sueño en Harry. O quizás fuera simplemente porque, aunque inconsciente, él sabía que todo el esfuerzo que ponía en alejarse de Ginny no tenía sentido cuando Lord Voldemort conocía sus sentimientos mejor que nadie. Aquel puente establecido entre ambos la noche en que la cicatriz marcó su frente, era un vínculo del que él aún no lograba sacar provecho, en tanto el mago oscuro, se valía de ello a su antojo.

Como fuera, en el momento en que la joven rozó la mano de él con sus dedos, tan inocentemente como lo había hecho tantas veces antes, un fuego interno se apoderó de Harry y sintió que nunca antes lo había tocado de aquel modo. Nunca antes había tenido tal necesidad de aferrarse a ella como si lo hiciera por última vez en la vida cuando en realidad, bien lo sabía, era la primera vez que la quería tan intensamente.

La primera reacción de Ginny habría sido retirar sus dedos y sonrojarse, pero al notar la mirada de Harry fija en aquel punto donde sus manos se tocaban, se mantuvo inmóvil y expectante, hasta que comprendió que él no hacía empeño alguno por evitarla esta vez, y movida por aquella impulsividad que solía apoderarse de ella cuando pensar era molesto, entrelazó sus dedos con los de él y apretó su mano, en un modo que seguramente lo habían hecho antes, pero que nunca le había parecido tan íntimo como ahora.

- Era "Él", ¿verdad?- preguntó ella. Él apenas asintió, sin dejar de mirar sus manos, sin hacer el menor empeño por mirarla a ella como si hacerlo fuera peligroso. Y ella dejó que el silencio se prolongara entre ambos pues se sentía caminando sobre un frágil cristal que amenazaba con romperse en cualquier momento. Con Harry siempre era así y ella quería prolongar aquel contacto que parecía tranquilizarlo y que ella disfrutaba, por el mayor tiempo posible.

Pronto se percató de cómo la respiración del joven, en lugar de ir más lento aumentaba su frecuencia, al igual que los latidos de su propio corazón. ¿Tan terrible había sido el sueño? Se preguntó sin comprender, y tan distraída estaba resolviendo el misterio de aquella pesadilla, que el beso que Harry plasmó en el dorso de su mano la tomó por sorpresa, y el modo en que clavo en ella sus ojos después de eso, la terminó por confundir.

Oblivion ∆Dramione∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora