Edgar Valtinas
No podía, en verdad, no podía verle así. Sufriendo, dolido, siendo usado.
Empuñó con fuerza ¿como podía ser capas de dejarse ser con cualquiera cual muñeca de trapo? ¿Por que dejaba que hicieran de su cuerpo un circo, un espectáculo? ¿Por que seguía con aquella gente sin cordura, escrúpulos y marginada?
Lo había estado siguiendo, observando en secreto, sin hacer nada, solo por qué "él" se lo había pedido, esa persona que empezó a amar desde adolescente.
—¿Que demonios pasa Edgar? –cuestionó irritado Akio después de volar por unas horas —¿que estupidez hizo ese bastardo?
Sus pies dejaron de sentir el suelo y su camisa era fuertemente tomada —Kazemaru no es ningún bastardo –gruño Edgar. Este se había vuelto también un agente como Akio, participando ambos en diferentes ocasiones.
Le había visto llorar, reír, coquetear y seducir a cualquiera de la mafia ¿con qué propósito?
De un momento a otro, el defensa del equipo japonés se había hecho nada, recorriendo Europa como un vagabundo sin rumbo, llevado por el viento.
Su mundo eran las drogas, sexo, alcohol y tabaco. Sin diferenciar el día de la noche.
Mucha antes de la muerte de su mejor amigo, antes de la boda de Endou con Natsumi, después del último torneo mundial.
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—¡Déjame! –exclamó el de orbes avellanas con furia lanzando la mano de Valtinas —¿quieres para darme órdenes?—Kazemaru... –le partía el corazón, el alma y su ser.
Ichirouta se encontraba ebrio, solo, arrinconado en una esquina de la barra de cristal con un vodka en mano. Al ser un "iman" para hombres y mujeres, se volvió un "acompañante" muy famoso en Francia, Holanda y Suecia en los barrios más peligrosos de estos, por lo que, ahí mismo si quería y con un chasquido de dedos, cualquiera le defendería en el acto.
—Déjame... vete, no lo repetiré, a no ser que quieras morir –su ojo descubierto le vio sin vida. Se acercó a su oído —agente...
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—Al menos esta vez nos atrajo a un pez gordo –sacudió sus ropas Fudou.—No dudaré en cuidar de él –decía siempre la misma frase Valtinas. Akio rodó los ojos.
Un traficante de armas que tenía a Escocia contra Irán, vendía a Corea y patentaba con Kazajistán. "Rey Matuga" era su mote; Kazemaru lo había embrujado como solo él sabía, teniéndolo a sus pies.
Matuga daba todo por Ichirouta, por el hecho de haberse enamorado de él, no permitía que nadie más estuviera con él, le protegía más que a sus esposas, más que a sus hijos o sus bienes, Kazemaru había llegado a ser de él un esclavo a su merced.
—El cargamento llegará en dos día, por lo que el pago deberá efectuarse antes del atardecer del primer día –decía por él manos libres aquel hombre de no más cuarenta años pero con un cuerpo atractivo y firme.
Acariciaba el cuerpo del joven Ichirouta con tal delicadeza como si de un delicado cristal se trataba, besaba cada centímetro de aquella espalda con ternura.
—Estamos en posición, a mi señal –decía por de más bajo Akio a lado de Edgar en el umbral tracero de aquel monumental lugar que les costó ubicar.
Las puertas se abrieron al unísono en una patada, los agentes entraron con arma en mano apuntando a los presentes.
Chicas aterrorizadas, hombres sacando sus armas y disparando, una batalla campal en medio del gran salón. Vidrios cayendo como lluvia, balas por doquier, pero no debían prestar atención a ello, aquello solo era el comienzo del primer acto de aquella obra.
—Señor, la policía y agentes especiales han irrumpido en el lugar –informó por el auricular uno de los tantos hombres bajo su mando.
—Mantenlos ¿acaso tengo que hacer todo por ustedes? –se exaltó dejando la piel de su amante —avisame cuando todo esté resuelto idiota.
—¿Matuga? –despertaba Kazemaru de su sueño mirándolo por sobre el hombro, una imagen que aquel hombre no pudo más que adorar.
—Tranquilo mi príncipe, no es nada... –besando su hombro.
—Aléjate de él bastardo... –su voz era imponente —¡Aléjate de Kazemrau maldito!
—Oe oe... –Akio aparecía del otro extremo de la habitación con dos agentes más.
—Son peor que una cucaracha –cubriendo a Kazemaru.
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—¿Estás bien? –cuestionó Natsumi a Fuyuka. Está asintió con un leve sudor en su frente.—Estas pálida –dijo ahora Haruna —¿quieres que paremos?
—Estoy bien... –decía con voz agitada para cubrir su boca.
—Aki detén el auto –dijo Haruna a lo que Kino hizo en el acto.
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Inazuma History's
FanfictionLa vida de los chicos del raimon fuera de la cancha de fútbol, como crecieron y el empiezo en Go. Los lazos de amistad, desgracias y romance como risa. Las lágrimas no solo son de dolor, sino también de felicidad. Parejas hetero y homo.