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El joven Seokjin salió corriendo por los pasillos de su casa, apresurado por llegar hasta sus padres. Cuando llegó hasta la respectiva puerta, entró y se lanzó a la cama, asustando a sus padres, en especial al alfa, quien se levantó de golpe y empezó a gruñirle a lo que sea que estuviera allá afuera. Cuando se dio cuenta que era su hijo y que lo había atemorizado, se sintió destrozado ya que le había gruñido a su propia manada.

Minutos después la omega se despertó, bostezando con pereza.

— ¿Qué pasó, caramelito? —preguntó arrastrando las palabras, mientras acariciaba la cabellera castaña del menor— ¿Por qué tu papi y tú lloran? —dijo y ahora acariciaba el pecho de su esposo, arrullándolo para que se calmara.

— ¡P-papi me gruñó! —se quejó el menor.

La mujer frunció el ceño y dio un golpe en el lugar donde le arrullaba a su esposo— ¡¿Qué te pasa, animal?!

— ¡N-no sabía que e-era Seokjin! —se lamentó el alfa y tapó su rostro con la almohada, sollozando en silencio. ¡Era la primera vez que usaba algo que tuviera que ver con su voz de mando en su pequeño hijo! Se sentía terrible.

Seokjin, por otro lado, se sentía enojado y malhumorado por otra cosa. Por esa razón había despertado de muy, muy mal humor. Se limpió las lágrimas con brusquedad y se cruzó de hombros, con un lindo puchero en sus labios.

— ¡El moco feo me abrazó en la noche! Y... y... —miró a todos lados, sin poder creer lo que iba a decir— Cuando me quejé... él... ¡se fue para el piso! ¡Y no quiso subir más, mamá! Le dije varias veces que subiera, pero él no me hacía caso.

— ¿Durmió en el piso? —abrió los ojos como platos la omega.

— Y... como él no quería subir... —empezó a bajar la voz, sintiéndose avergonzado— Tomé mi manta y mis almohadas y me acosté junto a él en el suelo... ¡Ahora huelen a moco!

— ¿Sigue en el piso? —preguntó la omega, estirándose y tratando de peinar su despelucado cabello— Vamos a despertarlo, corazón.

El cachorro asintió y esperó a que su perezosa madre se levantara de la cama. Después fueron camino a la habitación de Seokjin. La mujer se sorprendió al encontrar a un pequeño niñito que miraba la cama embojotado en una manta de Mario Bros. Sus ojos derrochaban anhelo, como si estuviera deseando con todas sus fuerzas estar encima de ese mueble. Miraba a la cama como si fuera la última Coca-Cola del desierto.

El corazón de la Omega se destruyó, haciendo que instintivamente se acercara hasta él.

— ¿Cachorro? ¿Por qué estás en el suelo? —preguntó la fémina, mientras levantaba al niño por los brazos y lo sentaba de nuevo en la cama— ¡No puedes dormir allí!

El chico miró hacia Seokjin, quien los observaba con ganas de ir y abrazarlos también.

— Innie Hyung... toqué... mal... —trató de explicar el niño por medio de bobas señas junto a oraciones incompletas.

— ¡Oh, feo moco! ¡Yo te dije que subieras! —se lamentó el menor, con enojo y tristeza al mismo tiempo— Me haces sentir mal...

— Bueno, esto no va a volver a pasar, ¿no? —la mujer los miró a ambos— Tú también tienes derecho de dormir en una cama, cachorro. —le dijo, mientras le acariciaba el pelo al menor, este con ojos brillantes por la emoción y felicidad— Seokjin estará muy contento de que duermas en la cama, ¿no?

Seokjin frunció el ceño y miró hacia otro lado, con un puchero en sus labios y sus mejillas sonrojadas tiernamente— Sí... —murmuró.

El cachorro saltó de la cama y envolvió a su nuevo amigo entre sus cortos brazos, apachurrando su cabeza en el pecho de este.

¡Tú, idiota! 🌷  namjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora